Coordinación Aragua
Delia tiene 53 años, lleva 12 de estos asistiendo religiosamente cada miércoles en la mañana al centro de reclusión dispuesto para su hijo. Desde hace 7 años va al centro penitenciario Ezequiel Zamora, en Tocoron, pero antes asistía al CICPC en Maracay. Los miércoles para ella son religiosos. Haya o no visita, asiste a lo que llama su cita de amor. Delia describe a su hijo como un hombre arrepentido. Con tan solo 22 años de edad perdió la libertad al verse involucrado en tráfico de drogas. “compro una idea engañosa y cayo”. Delia es vendedora informal de víveres, especialmente huevos y tiene su puesto de trabajo afuera de su casa. Tiene tres hijos, un esposo en cama a raíz de la detención de su hijo menor, muchas críticas de parte de quien no sabe la historia y el dolor al pensar que aún faltan 8 años más.
“Mi hijo tenía 22 años recién cumplidos, y saldrá de prisión de 42. No ha habido manera de lograr reducción de pena y varios abogados nos han estafado ofreciendo una libertad condicional, nunca me voy a resignar”. Para Delia su familia se desmembró, su hijo reconoció la participación en el hecho aduciendo que lo había hecho por fines económicos, sentenciados a 20 años de cárcel su familia ha gastado hasta lo que no tiene por ayudarlo. El sueño del joven era ser odontólogo y ante tantas trabas para estudiar en la universidad pública, aposto por hacer una entrega que le prometió un pago con el cual podía costear 3 años de carrera nivel privado.
Tenía novia, planes. Es el menor de tres varones. Todos siguieron sus vidas, pero con la gran tristeza y angustia permanente que genera el tener un ser amado tras las rejas. “yo estoy tambien presa, porque mi alma vive angustiada, y aunque lo visito, le traigo comida y hablo con él, la verdad no se quien saldrá de allí y que hará con su vida luego de cumplir su condena”.
El esposo de Delia sufrió mucho con la detención de su hijo, a raíz de un cuadro depresivo presento problemas coronarios que van de mal en peor. Ella asegura que cada vez que recibe una llamada de un número desconocido teme que sea por alguna noticia mala. “muchas veces mi hijo me ha llamado por alguna necesidad en horas de la madrugada, para nosotros no hay descanso, no puedo darme el lujo de quedarme sin batería, sin cobertura o estar lejos de casa”
Asi como Delia, muchas otras mujeres en medio de la conversación aseguran que no hay diferencia entre un privado de libertad y sus familiares, pues uno tiene preso el cuerpo y su ser querido el alma.
“La angustia más grande es saber que mi negro se muere si lo condenan a 20 años”
10 años de matrimonio, 2 hijos. Son novios desde el liceo y asegura que casados aun lo son. Ella es una mujer de mirada imponente y describe a su esposo como un hombre noble, pero “pendejo” tras el resultado electoral salio a la calle a protestar, maldijo al presidente y tambien al fiscal. Invito a todos a la calle e ir a Caracas a sacar “al inquilino de Miraflores vivo o muerto”. Este comentario bastó para estar ahora en la cárcel de Tocoron, también en Aragua. Fue detenido 24 horas después del proceso electoral. Ha perdido más de 20 kilos y en una visita le dijo a su esposa que se fuera, están a 750 kilómetros de distancia y sus hijos estan al cuidado de un familiar.
La salud mental de su esposa esta quebrantada, no duerme, llora constantemente pero cada día se repone a fin de estar presta para saber detalles del proceso de su ser amado. La economía está afectada, él trabajaba como gerente de un hotel, ella cuidaba de sus dos pequeños. La chica paga 5 dólares diarios para dormir en una colchoneta en la habitación de una casa cercana al penal, la madre de su esposo está en cama con un cuadro de ansiedad que le obliga a tomar psicotrópicos para mantenerse calmada.
“Lo apoyamos desde afuera y asi están muchas otras mujeres, pero nos duele y nos parece una pesadilla”.
Es doloroso explicar a mis sobrinos que su mama esta presa
28 años tiene el joven de la bolsa roja” Asi lo llaman los custodios porque siempre que va a visitar a su hermana trae la comida en una bolsa roja que se vuelve a llevar. NO es un ritual. Es una cómoda bolsa de tela impermeable en donde cabe todo lo que lleva una vez al mes.
Su hermana está pagando una condena por 17 años de cárcel, por tráfico de drogas, fue apresada con un bolso cargado de ropa, y entre la ropa doblada había 2 kilos de estupefacientes. Ella iba en compañía de sus hijos de retorno al estado Aragua, venían de Maturín estado Monagas. Ella alego que era un favor que hacía a su amiga. La amiga en cuestión fue detenida tres horas antes. Y confeso que la chica desconocía el contenido del bolso. “Ella solo le pido a mi hermana que lo trajera a Maracay, pero una mala defensa sugirió que asumiera y le dieron 17 años de cárcel de lo cual lleva cinco tras las rejas.
Sus hijos están creciendo con sus hermanos, un varón de 11 y una nena de 8 años. Ambos la recuerdan y están desesperados por verla. El llanto de los pequeños aumenta el estrés en la familia, pues los niños saben la verdad y aun en su corta edad les invade un sentimiento de culpa a la hora de comer, merendar o disfrutar pues dicen “mi mama no puede hacerlo”
La chica privada de libertad esconde un celular, eventualmente se comunica en la madrugada y al no tener un horario permisivo todos se acuestan sin descanso y en alerta de la llamada. “En mi casa el tiempo se detuvo, pero sus hijos siguen creciendo”. Explicar a los niños el motivo que incrimina a la madre es difícil. Tambien lo es la economía. El chico de la bolsa roja termina exclamando. “nos faltan 12 años de cárcel más”.
Diferenciar a un privado de libertad de sus seres queridos en teoría suena lógico. Pero, quien está involucrado en un delito y es penado tras las rejas tiene encerrado el cuerpo, pero su familiar sufre a la par y tiene encerrado el alma.
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