Lara: “Un millardo y medio de bolívares costó enterrar a mi hermano”

Familiares de privado de libertad de Lara que  murió en El Dorado sufrieron para darle cristiana sepultura a su pariente.

Equipo de Investigación UVL, Lara

Fueron casi 90 horas consecutivas buscando el cuerpo. Viajó en transporte público de un costado de Venezuela hasta el otro extremo. Sus ruegos rebotaban por la indiferencia de transportistas, Guardias Nacionales y morgueros. Con pocos billetes en el bolsillo, sorteó casi 7 estados con el cadáver de su hermano que había fallecido 9 días antes y tras pagar mil 400 millones de bolívares -un millardo y medio-, David pudo darle cristiana sepultura a su hermano.

Johan Alberto Pacheco Cuicas estaba privado de libertad en la Comunidad Penitenciaria Fénix que se ubica al norte de Barquisimeto, estado Lara. Este hombre de 30 años pagaba condena por porte ilícito de arma de fuego y uso de menor de edad para delinquir y tras la reyerta que dejó 11 muertos en mayo, fue trasladado hasta la Cárcel El Dorado que está a más de mil 100 kilómetros. Al estar allá, falleció por causas naturales y sus familiares, además de sufrir la pérdida física, vivieron las penurias de un país en grave crisis económica.

A metros de donde vivía Johan y junto a su madre Gladys Josefina estaba David hermano del fallecido y quien tuvo que viajar hasta el estado Bolívar para trasladar el cadáver hasta Barquisimeto. Este muchacho relata las decenas de maromas que tuvo que hacer para poder enterrar a su hermano mayor quien estaba en potestad del Estado venezolano, pero en ningún momento, luego de su muerte, le brindó el apoyo.

David confiesa que ni las autoridades de El Dorado ni del Ministerio de Asuntos Penitenciarios les informaron sobre la muerte de Johan. “Fue un amigo de él, otro preso, que me llamó desde el penal para decirme que había amanecido muerto”, soltó con rabia la señora Gladys al denunciar que si el gobierno lo llevó para un lugar tan lejos, porque no lo traían para enterrarlo. Johan tras fallecer se convirtió en el privado libertad oriundo de Lara número 10 en fallecer por causas naturales en lo que va de 2018 dentro de Centros Penitenciarios y Centros de Detención Preventiva.

Familiares comentan que no tienen certeza de la causa de muerte de este privado de libertad. “Solo nos dijeron que murió de un infarto”, dijo su hermano al tiempo que aclaró que Johan nunca había presentado o confesado algún tipo de enfermedad o queja de salud estando en Barquisimeto. David y la señora Gladys pudieron darle cristiana sepultura a Johan 10 días luego de su fallecimiento. El largo tiempo para poder enterrarlo se debió a que la familia del reo no tenía dinero ni para trasladarlo a Barquisimeto ni mucho menos para pagar servicios funerarios.

“Primero había que viajar hasta El Dorado que son 18 horas de viaje en carretera y las busetas piden el pago de pasaje en dinero en efectivo y de eso no hay”. Esa fue la primera dificultad que pensó David cuando se imaginó ir hasta el suroriente de Venezuela para buscar a su hermano muerto.

“Naguará esos fueron tres días de viaje y muchos permisos que tuve que sacar para poder traerlo. A mí me ayudó una organización -sin especificar- que por teléfono me contactaron y me pagaron el pasaje hasta Bolívar” comienza a contar. Miembros del Comité de Defensa del Privado de Libertad en Lara y la Pastoral Penitenciaria de Lara, que se encargan de monitorear la situación de los presos en el estado, fueron los encargados de tocar puertas y puertas para conseguir ayuda.

A David le transfirieron 20 millones de bolívares para que pagara todos los transportes necesarios que lo hicieran llegar a El Dorado, pero lo único fácil que tuvo fue la transacción bancaria, porque a partir de allí el periplo del hermano del fallecido “fue duro” como él mismo lo confesó.

Este muchacho moreno, de estatura mediana, delgado y muy parecido a su hermano tuvo ciertas trabas con el pago del transporte público porque todos solicitaban, desde Lara hasta Bolívar, el pasaje en efectivo. “Aquí en el terminal –Barquisimeto- tuve un lío porque no me aceptaban la transferencia y después de tanto rollo, me cobraron con eso pero el precio triplicado”.

Él junto a su esposa emprendieron viaje. El autobús que tomaron iba a Puerto La Cruz, estado Anzoátegui pero antes que eso se paró en varias ciudades entre ellas Caracas. “Salimos en la tarde y cuando era de noche ya teníamos hambre, pero no teníamos dinero así que en las paradas que hacía el chofer del bus para comer, nosotros ni nos bajamos”. Fueron 13 horas de viaje hasta la capital de Anzoátegui.

Cuando llegaron al Puerto, debían tomar otra buseta que los llevara hasta Bolívar, pero ahí volvieron a sufrir con el efectivo. “Hablé con muchos choferes para que aceptaran el pago en transferencia; les explicaba que iba a buscar a mi hermano muerto, pero no les importaba. Unos me decían, ‘no me importa muerto, quiero mi plata en efectivo’. De darle tanto y tanto me aceptaron pagar con transacción pero al 300% de lo que valía”.

Ya estando en Puerto Ordaz en la tarde del día siguiente que salió de Barquisimeto, David se había quedado sin dinero. “Ahí me desesperé. Comencé a caminar y a pedir cola porque desde donde estaba a El Dorado son 5 horas de viaje y así llegué, pidiéndole colas a todo el mundo”, recuerda. El hermano de Johan confesó que durante el viaje había consumido pura agua, pero no sintió hambre pues lo que quería era llegar hasta el cadáver.

Al arribar a El Dorado le informan que el cadáver estaba en la morgue de El Callao, a media hora de donde estaba. Pidiendo cola junto a su esposa, llegó hasta el lugar donde yacía muerto su hermano.”Pero cuando quise reclamar el cuerpo, me pusieron más trabas para entregármelo” acotó. David relata que la cédula de su hermano se perdió no sabe si en El Dorado o Fénix y sin ese documento, los encargados de morgue dificultaban la entrega. “Yo me fuí con la partida de nacimiento de él, la cédula de mi mamá y después de unas horas fue que pude hacer las cosas”.

David para poder llevarse a su hermano muerto necesitaba, un reporte del Cicpc donde se autorizara  la entrega del cadáver.  Con esa “orden de entrega” debía  hacer el reconocimiento del cuerpo en morgue. “Su cara estaba intacta al igual que su cuerpo. Su rostro y un tatuaje me hizo confirmar que era él”. El hermano confesó que a él no le hicieron autopsia porque no le vio las cicatrices características de un estudio de esa forma. Luego de cumplir ese paso, recibió el certificado de defunción con el cual debía ir, en cola, a un registro civil del municipio o parroquia donde falleció, es decir, en El Dorado. Después de eso, logró emitir el acta de defunción y permiso de enterramiento.

El último paso que debía hacer él, era solicitar la “autorización sanitaria de traslado”, necesaria para poder pasar seis estados con el cadáver sin ser detenido en cualquier punto de control de seguridad. Al culminar todo el papeleo, a David le faltaba un detalle: pagar el servicio funerario para su hermano es decir, preparación del cadáver, ataúd y traslado.

“Ahí me llamaron de la organización -que les brindó ayuda monetaria-. Allí comenzamos a negociar todo. Los precios eran carísimos. Con puras llamadas telefónicas y transferencias se pagó todo y así comenzamos a viajar para acá”, detalla. El pago de la urna más los permisos de traslado por los estados costaron 650 millones y traerlo para Barquisimeto costó 750 millones de bolívares, es decir, todo salió, exactamente, mil 400 millones de bolívares.

“Yo le reclamé al morguero de allá por teléfono que cómo era posible que a mi hijo lo llevaran hasta El Dorado y luego de que murió me lo quisieran enterrar en una bolsa. Nosotros no tenemos dinero para buscarlo y de paso le botaron la cédula. Ellos como gobierno debieron responder por la muerte pero nosotros estuvimos desinformados y mi otro hijo tuvo que pasar por hambre, susto y maltratos para poder traerlo y eso no es justo”, dijo con molestia la madre de Johan quien espera que ningún otro familiar de preso viva por lo que ellos sufrieron.

Johan era parte de un grupo de casi 300 privados de libertad de Lara que se encuentran en El Dorado tras varios traslados. Desde hace 3 meses aproximadamente  los parientes luchan para que los vuelvan a traer a tierras guaras.

 

 

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