Un grupo de mujeres integrado por madres esposas, abuelas, tías, hermanas, primas, cuñadas, entre otros, se concentraron el domingo 20 de octubre al otro lado de la autopista, hacia la parte frontal del Complejo Penitenciario Carabobo (penal de Tocuyito), para exigir la libertad de sus seres queridos porque afirman que “ellos no son ni terroristas, ni delincuentes”.
Manifiestan que si aquí se puede aplicar la palabra terror, no es por los que están privados de libertad de manejar injusta, sino, por lo que le están haciendo a ellos: “violentando su derecho a la libertad, a la vida, a la salud, al estudio, al trabajo”.
“Cómo es posible que los que están llamados a cumplir y respetar la ley y la justicia, son los que están propiciando tanta calamidad, tanto dolor a cientos de familias”, manifestó una de las madres que tiene a su hijo preso en el penal de Tocuyito.
La situación de los familiares de los apresados en las manifestaciones postelectorales que protestaron frente al penal de Tocuyito revela varias dimensiones críticas. En primer lugar, la manifestación refleja una profunda preocupación por la situación de los detenidos, quienes, según reportes, enfrentan condiciones de encarcelamiento que vulneran sus derechos humanos y derechos consagrados dentro de la Constitución Nacional.
Las personas presentes, que vienen de diversas partes del país, sostuvieron que se agrupan con los de Carabobo como “una sola familia” para visibilizar el sufrimiento y la injusticia que enfrentan sus seres queridos que llevan “más de dos meses privados de libertad de manera ilegítima”.
Agregan, que estas protestas están motivadas también por el dolor que causa el estado de salud y los padecimientos que tienen los presos, así como por la denuncia de las torturas psicológicas por parte de los custodios o funcionarios.
“Protestamos para que ellos tengan un debido proceso. También lo hacemos como un mecanismo para llamar la atención de los organismos internacionales, ONG y medios de comunicación. Buscamos apoyo y solidaridad”, confesó la esposa de un preso.
La mayoría confesó que primeramente no querían declarar ni protestar por miedo a las consecuencias, pero en vista de tantas injusticias, aseguran que, las protestas que hacen y piensan seguir haciendo, es un acto de resistencia, búsqueda de justicia. Es una lucha por los derechos humanos, “no solo de los que están aquí en Tocuyito, sino de todos los presos políticos en Venezuela”.
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