Las cárceles son el fracaso más grande de la imaginación humana

El Padre, Leonel Narváez Gómez, sacerdote y sociólogo de los Misioneros de la Consolata  ha sido responsable de la reinserción de más de 70.000 excombatientes y de la aplicación de un  programa de justicia restaurativa en las cárceles colombianas. Trabajó 10 años en las zonas desérticas del Oriente Africano (Kenya, Sudan, Etiopia) y 10 años en el Caguán y el Putumayo (Amazonia Colombiana). Participó 3 años en el Comité Temático de negociaciones con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) en donde desarrolló programas exitosos de paz. Es presidente de la Fundación para la Reconciliación en Colombia que diseña e implementa propuestas en el marco de una Cultura Política de Perdón y Reconciliación para facilitar la resolución pacífica de conflictos, la prevención y superación de las violencias, contribuyendo así con la construcción de una paz sostenible.

El creador de la metodología ES.PE.RE, tecnología del perdón,  en su paso por Caracas, como ponente de la Conferencia  Justicia Transicional en procesos de negociación y cambio político, al plantearle la violación que sufren nuestros privados de libertad en los centros de detención preventiva a nivel nacional y en las cárceles venezolanas expresó que: “las cárceles son el fracaso más grande de la imaginación humana. Meter la gente a las cárceles lo que provoca es validar la venganza. Las sanciones son criminales. Mantener a un privado de libertad en una cárcel en América Latina cuesta aproximadamente unos seis salarios mínimos al mes. Hay que tener desconfianza máxima en las cárceles, en el castigo. En vez de la justicia punitiva elegimos el camino de la justicia restaurativa”.

Las escuelas de Perdón y Reconciliación, ESPERE, con ayuda y asesoría de expertos interdisciplinarios de las universidades estadounidenses de Wisconsin, Harvard y Cambridge, se propone un proceso pedagógico en donde los participantes re-interpretan un acontecimiento doloroso de su pasado, inmediato o remoto, para superar el dolor y los sentimientos de rencor y venganza que limitan el goce de la vida. La metodología permite superar la memoria ingrata del pasado, realizar procesos de justicia restaurativa y establecer pactos que garanticen la no repetición de las ofensas. La propuesta ha llegado a 19 países, entre ellos varios que como Chile, Perú, la corrupción ha sido aliada  de graves violaciones de derechos humanos.

“Si trabajamos con los presos en las cárceles y con sus familiares en el barrio en procesos de formación, se puede disminuir la violencia delincuencial. En Colombia estamos planeando resolver todo ese problema con la puesta en práctica de una justicia restaurativa integral, con formación e incentivos. Si me ayudas a resolver el problema en el barrio te bajamos la pena”. Acotó que en nuestro continente la violencia más grave que hay  es la violencia intrafamiliar. En el caso colombiano, producto de esa violencia, muchos niños se acogieron a la guerrilla para huir de sus hogares. Otros, en muchos sitios abandonan sus casas y eligen la vida de la calle con su propensión a la delincuencia. Por ello han creado todo un programa de pedagogía del cuidado y la reconcialiación porque el músculo de la compasión y la misericordia es el músculo, que según el Padre Narváez, mas salud garantiza.

Respecto a la situación de violencia política que vivimos los venezolanos apuntó: “Luchar contra el olvido de los hechos atroces de los últimos años y crear una memoria jurídica consistente y veraz es el reto de los venezolanos”. Respeto al abordaje de las secuelas de los distintos rostros de la  violencia en sociedades como la nuestra dijo que: “ la primera reparación para una víctima es la autoreparación y para el victimario la autorestauración…

La cultura del perdón y la restauración no niega la expresión de la indignación. El perdón no depende de la excusas del ofensor. El perdón tampoco significa echarle perfume a la mierda. La persona que no perdona se enferma. El que no perdona no evoluciona. El perdón se convierte en una responsabilidad social. El perdón a futuro se convertirá en un derecho humano. Ya eso se discute en Naciones Unidas”.

Como expresa  el artículo El gran reto para Colombia: Superar la cultura de la venganza  http://fundacionparalareconciliacion.org/wp/2016/10/25/el-gran-reto-para-colombia-superar-la-cultura-de-la-venganza-publicado-por-el-periodico-portafolio/ “ …la  rabia-miedo son la respuesta instintiva que los humanos manifestamos ante una amenaza, o ante una agresión. Cuando no se logra superar esa rabia, en breve, el recuerdo de la ofensa, se convierte en rencor y cuando no se logra curvar el rencor y  transformar la memoria triste de la ofensa,  muy pronto se cae en la urgencia de retaliación/venganza, momento en que comienza a escalarse peligrosamente la violencia. Se trata del fenómeno paralizador de las 3Rs: rabia, rencor y retaliación.

Una herramienta poderosamente sanadora es el perdón,  a la vez,  medicina y fuerza política que –por fortuna- poco a poco ha ido ganando fuerza en Colombia. Miles de víctimas han descubierto que el perdón reconstruye su dignidad, no les cambia el pasado pero si el futuro. Las víctimas están entendiendo que si no perdonan se quedan eternamente victimas. Cuando perdonan realizan un acto heroico – un salto cuántico- que les ayuda a transitar de la urgencia de retaliación a la compasión. Por eso: quien perdona, evoluciona…

Quince años de práctica en tecnologías del perdón en la Fundación para la Reconciliación, ha enseñado que es bueno que las personas ofendidas por un cierto tiempo hagan duelo y sientan rabia por las ofensas. Sin embargo, esas mismas personas agradecen cuando alguien –al igual que el buen médico obliga a ciertos tratamientos difíciles- las invita a transformar sus rabias-rencores-retaliaciones en bondad y compasión”.

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