Equipo UVL Zulia
“El requerimiento de los detenidos era que le aumentaran el ingreso del número de envases de agua y se trató con la mediación de hacerlos entender que era improcedente porque limitaba la circulación de aire hacia la parte de atrás del calabozo”, informó Carlos García, jefe de región de Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), tras el motín en los calabozos de la Subdelegación Maracaibo, donde hirieron, el 25 de abril de 2020, a perdigones a 16 privados de libertad.
El comisario general explicó, además que “se molestaron y trataron de forzar la puerta con la fuerza de ellos y se tuvo que emplear el control para evitarse una fuga masiva”.
En los calabozos de la Subdelegación Maracaibo conviven al menos 500 privados de libertad, cuando fueron diseñados para un número no mayor a 200. No tienen acceso al agua potable ni para bañarse o lavar sus ropas.
Los familiares denunciaron que desde que comenzó, el 16 de marzo de 2020, la cuarentena social se redujo significativamente ingreso de envases de agua potable. “Solo permiten uno por detenido. Si es una botella de litro y medio o bien una de dos litros. Eso no les alcanza para su aseo y para que beban”, denunció un familiar.
La situación se empeora para quienes no pueden acudir a diario al comando. “Yo vivo en Santa Rosalía, tengo que caminar para poder llegar. Soy un hombre adulto y no puedo cargar y caminar todos los días desde mi casa hasta aquí”, detalló el conductor, de 53 años.
El poco acceso al agua se convierte en un agravante para quienes permanecen detenidos en la sede del CICPC- Maracaibo durante la propagación del COVID-19. Además de que limita el aseo personal de los privados de libertad, perjudica su hidratación y posterior descompensación, ya que la sede se ubica en un estado cuya temperatura promedio anual varía entre 28ºC y 40ºC y sensación térmica supera a diario los 34 grados.
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