
En las afueras del Centro de Arrestos y Detenciones Preventivas de Cabimas, en el sector La Misión, municipio Cabimas del estado Zulia, en el occidente venezolano, solo se escuchaban las conversaciones de los visitantes y los gritos de los policías para intentar mantener el orden el día de la visita. Adentro, en el pabellón A, retumbaba el vallenato.
UVL Zulia
Los reclusos sentados sobre tobos blancos esperaban a sus parientes mientras tarareaban la canción y disfrutaban de la brisa emanada por los dos ventiladores metálicos pegados entre el techo y la pared frontal de la estructura. El racionamiento, de horas no determinadas de electricidad, había empezado, el 28 de abril de 2109, a las 8.00 de la mañana. El estruendoso ruido del generador eléctrico anunciaba que a partir de esa mañana todo sería distinto.
La planta eléctrica la financiaron los pranes. Ingreso, la noche del sábado 27 de abril de 2019, al retén. Durante la jornada de visita, de 8.00 de la mañana a 2.00 de la tarde, estaría a prueba. Pero en la noche sería su gran debut. La utilizarían para una gran fiesta en el pabellón. En esa actividad se esperaba el ingreso de al menos 90 mujeres para satisfacer los caprichos de los 800 y tantos presos. “Está de cumpleaños un piloto del primero y otros cinco más. Aquellos tanques azules son de aguardiente. Esta noche regresara la droga y lo sabroso”, comentaban los internos.
Uno de los reclusos explicó que tras los apagones se redujeron las fiestas en el penal. “Eso era pérdida para el pran. Quiere reactivar el negocio de la droga y las mujeres. Para él esto es una inversión de la que nos aprovecharemos unos cuantos”.
El segundo motivo de la nueva adquisición sería defenderse. “El primero no tiene ni dos meses en el puesto. Antes era el tercero. Del otro pabellón no lo quieren y juraron matarlo. En la noche y en la oscurana había mucha tensión. La planta también servirá para protegerse”, dijo otro recluso a medida que reducía su tono de voz hasta el susurro.
En marzo, durante el primer apagón, empezó la cacería de los tres pranes. Hubo uno diferencia con uno en el otro pabellón y desde entonces se juraron la muerte. Félix Enrique Finol Mavarez, de 24 años, lideraba el área en ese entonces. Pero lo derrocaron el 10 de marzo de 2019 a la 8.30 de la mañana. “Del otro lado se enteraron que aquí no había muchas armas y lo atacaron. Él se subió arriba, ahí le dieron tres tiros en la cara y cayó, ya en la cancha le dieron otros siete en la panza”. Los proyectiles alcanzaron además a Raúl Mea, uno le entró en el rostro y lo dejó ciego y le tumbó todos los dientes. “Ahora le consiguieron una medida y lo mandaron para su casa”; detalló un interno.
Unos 15 reclusos aprovecharon el alboroto y escaparon. A siete de ellos los ubicaron y los mataron en presuntos enfrentamientos con el Cuerpo de Policía Bolivariana del Estado Zulia (CPBEZ). Ni la Secretaría de Seguridad y Orden Público ni la directiva del centro de detenciones identificó a los caídos ni omitió opinión sobre lo ocurrido ese día.
Los reclusos temen que en cualquier momento inicie otra balacera. “El hermano del otro pran estaba aquí. Pero lo convencieron y ayer se mudó pal otro lado y él paraba todo. Aquí se han estado armado, trajeron tres escopetas de seis dispararos, tres revólveres, dos granadas, unas pistolas. Los que no tenemos nada que ver estamos en medio, si estalla una granada nos morimos todos”.
La música seguía sonando. Los pilotos custodiaban al segundo de un extremo a otro del pabellón. “Ese, un hombre alto, delgado, blanco y con aspecto de haber consumido kilos de droga, ese es el más malo de todos. Por ese comenzó la guerra”.
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