Zulia. Enfermos del retén de Cabimas quedan atrapados sin comida ni agua en la lucha entre los pranes y el Conas

Equipo UVL Zulia

En un minuto  con 16 segundos  se muestra la realidad de los privados de libertad del Centro de Arresto y Detenciones Preventivas de Cabimas, en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo en el estado Zulia, tras la guerra iniciada por el Comando Antiextorsión y Secuestro de la Guardia Nacional Bolivariana (CONAS) contra los pranes del retén.  Los cuerpos de seguridad buscan acorralar a los pranes para reducir las extorsiones en la región, en esa lucha quedan atrapados unos 150 reclusos con tuberculosis, desnutrición, problemas renales y cardíacos, VIH y otras patologías.

En los que sería su tercera protesta por agua potable y comida en menos de 10 días, los privados de libertad decidieron, el 28 de septiembre de 2020, usar las redes sociales para divulgar su condición y permanecer por unas tres horas en la avenida Andrés Bello del sector La Misión. Salieron de sus pabellones, cruzaron el portón de ciclón  y se apostaron con carteles en la vía pública. A unos metros del cordón de seguridad del CONAS los familiares observaban alarmados su osadía.

La situación amaneció tensa. Al mediodía, exactamente a las 12.22, y aprovechando que los funcionarios del Cuerpo de Policía Bolivariana del Estado Zulia (CPBEZ), responsable de la custodia externa del penal, abandonaron la garita, unos 150 internos, entre ellos cuatro reclusas empezaron la protesta. Con pancartas, algunos con tapabocas y otros sin camisa se apostaron en la avenida Andrés Bello del sector La Misión. “Antes de salir se acordó con los líderes de cada patio que no habría disparos. Una detonación y nos mataban a todos. Otra cosa, es que debíamos estar en grupo para evitar que los funcionarios dispararan creyendo que había fuga”, detalló uno de los reos manifestantes.

Segundos después, se divulgó el primer video. Para no alarmar a los vecinos, el recluso que grababa aclaró que no se trataba de una fuga masiva. Se les estaban violando sus derechos, su posibilidad de sobrevivir y salían a exigirlo. El primer grupo hizo con gritos su primera petición: “Dejen pasar la comida, el agua y la medicina y nosotros nos guardamos”¸ recordó otro interno.

Los guardias, según recordaron los privados de libertad, accedieron a la demanda. Habilitarían una carretilla para que todos los familiares depositaran ahí sus insumos y la dejarían en la entrada del penal. “Eso iba a generar que nos mataramos unos con otros. Aquí para que no se pierda la comida ni nada, el familiar debe acercarse al portón y que su preso vea qué entrega. Por eso no se aceptó”.

Antes de la 1.00 de la tarde, salió otro grupo mayor. Sacaron en hombros a los presos en condiciones más críticas. Hacía más de 24 horas que al retén no entraba ni un litro de agua potable, del pozo artesanal en el frente del recinto mana agua salubre, por eso no se bebe, explicó un interno.

Motivados por las restricciones de movilidad por el COVID-19, muchos familiares desistieron, no esperaron más y volvieron a sus casas con sus viandas. A las 3.30 de la tarde, dejaron entregar algunos alimentos. Tal como lo prometieron quienes lideraban la protestas, todos los privados volvieron al recinto.

Las restricciones en el retén iniciaron en marzo con el Covid19, pero se intensificaron a raíz de los últimos ataques con granadas en el municipio Cabimas. Todas las explosiones se las adjudican a alias “Wilson”, líder del pabellón B, quien habría planificado el atentado contra una ferretería a comienzos de septiembre y por los que el CONAS instaló dos alcabalas, una en la avenida Andrés Bello y otra en la Pedro Lucas Urribarrí, empezó el patrullaje con drones y decidió restringir el ingreso de alimentos y agua.

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