Un ex recluso del Centro de Detención Preventiva de la Policía de Trujillo, beneficiado por la Revolución Judicial, contó cómo fue pasar cinco meses tras las rejas y su opinión sobre su proceso penal.
UVL.Valera-Trujillo. Un ex recluso del Centro de Detención Preventiva del Centro de Coordinación Policial de la Policía de Trujillo, ubicado en el municipio Valera, contó cómo fue su estadía tras las rejas durante cinco meses y por un delito que, según manifestó, nunca cometió. José Rangel, nombre real resguardado por petición del declarante, explicó que a mediados de marzo una comisión policial que investigaba un robo, en el municipio Escuque, lo detuvo al no conseguir al responsable.
El joven recordó lo que le dijeron los policía. “No tienes nada, pero igual vas preso”. De ese modo comenzó su proceso, que de acuerdo a la normativa son 45 días hábiles, pero realmente es mucho más. “Eso es lento, porque a uno lo privan por supuestos 45 días y eso es mentira. Eso es mínimo tres meses” dijo a Una Ventana a la Libertad.
Durante su estadía confesó que se mentalizó para no sufrir altibajos emocionales. Mientras otros cuestionaban los alimentos, él agradecía por las dos veces que comían al día. Lo único que le molestaba era que su mamá, una adulta mayor, tuviera que caminar o pedir cola para verlo durante cinco minutos, a tres metros de distancia, y cada ocho días.
“A mí familia le tocó difícil, porque tenían que venir hasta aquí (Valera). Mi mamá en la radical tenía que bajar a pie desde El Penicil. A veces prefería que no fuera. Es una hora y 20 minutos de camino”, expresó Rangel.
Aseguró que sus amigos y vecinos también reconocen su inocencia. “La gente sabe que eso fue injusto, la gente me conoce. Llevo 20 años viviendo allá. Saben que el único problema que yo tengo es que bebo mucho”, dijo el ex recluso, quien manifestó que no recibió atención psicológica o de otro tipo durante o después de su detención.
Se sintió “privilegiado”
El joven, quien trabaja como vendedor de comida rápida, contó que afortunadamente no sufrió ninguna enfermedad o le faltaron los servicios básicos en su reclusión. “Yo gocé con ese privilegio porque en la celda donde yo estaba poco faltaba el agua y me bañaba a cada rato, cinco o seis veces al día. Había tres compartimientos, la regadera, el urinario y la poceta aparte. De paso uno mismo lo limpiaba”, detalló.
Aunque no compartió celda con alguien enfermo, conoció el caso de un joven en la celda contigua que tenía VIH. ” Por eso mismo lo tuvieron que sacar, le salió la libertad y lo sacaron”, manifestó Rangel.
En cuanto a su beneficio, indicó que, el pasado 5 de julio, esperó hasta las 5:00 p.m. para ser atendido por la comisión de la Revolución Judicial. Evaluaron su caso y le otorgaron una medida cautelar minutos antes de las 7:00 p.m. Actualmente aguarda por su juicio, pero sabe que no será rápido, debido a las situaciones que no puede controlar.
“Primero salí con una medida cautelar de arresto domiciliario por 24 horas, porque al otro día debía ir a tribunales a recibir la verdadera audiencia. En la preliminar me dejaron a que esperara juicio en la calle. De paso la abogada (pública) se murió, le dio un infarto. Debo esperar a que otro tome mi caso”, finalizó el joven, quien espera jamás verse envuelto en otro caso para dejar de sentir pena ante sus hijos.
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