Expertos opinan: UVL VISIBILIZA LO QUE NADIE QUIERE VER

Antes de la creación de Una Ventana a la Libertad (UVL) solo se conocía lo que ocurría en una cárcel cuando se registraba un montín; ahora, el trabajo de esta organización no gubernamental ha contribuido a que hasta la comunidad internacional conozca lo que ocurre con los presos en Venezuela

Jesymar Añez Nava

Elio Gómez Grillo, padre del penitenciarismo venezolano, afirmaba que “los presos son hijos huérfanos de padres vivos” y lo que ha hecho Una Ventana a la Libertad  (UVL) en estos 22 años es visibilizar, precisamente, el abandono de ese padre, de un Estado que no habla sobre las constantes violaciones de los derechos humanos de los reclusos venezolanos.

Quienes trabajan en la defensa y promoción de los derechos humanos en Venezuela coinciden en que el trabajo que ha hecho Una Ventana a la Libertad permite visibilizar a quien nadie quiere ver: ese hombre o esa mujer que ha transgredido la ley y que catalogan como seres inferiores, carentes de valores y merecedores de justicia penal.

Lo cierto es que culpable o no cada ser humano tiene derecho a que se le garanticen sus derechos fundamentales aún estando en prisión y su incumplimiento es algo que ha sido demostrado por UVL en los 15 estados donde, actualmente, esta organización no gubernamental monitorea los Centros de Detención Preventivos.   

Se trata de un trabajo que tiene antecedentes.

El abogado y profesor de Derecho Penal, Alberto Arteaga Sánchez, recuerda que desde las universidades, profesores e investigadores han alertado sobre las condiciones de las cárceles venezolanas sin negar los avances que en 1937 Tulio Chiossone, jurista y penalista venezolano, logró al iniciar la humanización de las mazmorras gomecistas.

“(Tenemos) expertos y estudiosos como Elio Gómez Grillo, Mirla Linares Alemán, Francisco Canestri, que denunciaron la realidad de nuestros prisioneros que hicieron franca crisis con la explosión demográfica y el fenómeno de las grandes ciudades, el auge petrolero y el incremento delictivo. El año 1974 fue llamado por Gómez Grillo como el ‘año del terror penitenciario’ con 30 muertos y Francisco Canestri, en los mismos años 70, denunció la inversión del sistema penitenciario con más del 70% de procesados y 30% de condenados, porcentajes que hoy se repiten”, explica.

Afirma que lo que ha hecho UVL es denunciar, investigar y exponer a la luz pública lo que ocurre no solo dentro de los centros penitenciarios sino también en los centros de detención preventivos. “Una Ventana a la Libertad ha luchado por la reivindicación de los derechos de los presos, por la dignificación de su condición ciudadana y por el cese de una situación incompatible con un estado de derecho”, destaca.

Arteaga Sánchez reafirma eso que UVL ha denunciado: “Los presos en Venezuela se encuentran hacinados, sometidos a condiciones infrahumanas, recluidos en un alto porcentaje, cercano al 40%, en retenes policiales o sometidos a la pena anticipada de una ‘prisión preventiva’, a la espera de una audiencia preliminar que se difiere sine die, sin juicio, sin condena, presionados a admitir unos hechos que no cometieron, reducidos a una verdadera condición de inaceptable y condenable degradación humana”.

Silencio total

Magaly Huggins es criminóloga y feminista. Ha dedicado su vida profesional a estos dos campos y con potestad asegura que antes del nacimiento de una Ventana a la Libertad, el país y la comunidad internacional solo sabían lo que ocurría en una cárcel venezolana cuando había un motín o cualquier situación irregular.

Ahora, la gente sabe que “los centros de detención preventivos son depósitos de hombres y mujeres porque Una Ventana a la Libertad se ha encargado de visibilizarlos”, sostiene quien actualmente se encarga de la coordinación de Investigación de esta ONG.

Huggins considera que se trata de un trabajo que es posible solo con el compromiso de quienes trabajan en la investigación y seguimiento de lo que ocurre dentro de los calabozos de las policías venezolanas. “Hay un impacto positivo, porque si quitas a esas organizaciones nadie sabe nada de lo que ocurre en una cárcel, porque las cárceles son visibles solo cuando hay motines, pero de lo que ocurre cotidianamente solo se sabe porque existen estas organizaciones que trabajan con y para la sociedad”, enfatiza.

Esa afirmación es algo con lo que Isolda Heredia de Salvatierra, coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, está completamente de acuerdo. Heredia destaca que UVL ha transversalizado el tema de los presos, porque “demuestra lo que ocurre con los privados de libertad y en especial con las mujeres, algo que no se había hecho”. 

Esta defensora de los derechos humanos destaca lo fundamental que ha sido mostrar la realidad de los detenidos cualquiera sea su género, algo que va desde las condiciones en las que habitan, que pasa por la falta de alimentación y que llega a la ausencia del acceso a la justicia.

“La realidad es que se están violando los derechos humanos no solo del hombre sino también de la mujer, se están quedando sin dignidad, y eso es algo que ya se sabe en el mundo”, sostiene la coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres.

Esto último que resalta Heredia consigue un respaldo en lo que Huggins recuerda sobre lo que significó para UVL presentar la investigación sobre la situación de las mujeres privadas de libertad en Venezuela, un aporte que demostró que las reclusas pagan con servicios sexuales la oportunidad de tener acceso a la justicia o que, simplemente, no se les permite el derecho a la visita conyugal, algo que Heredia de Salvatierra afirma que ocurre desde hace mucho tiempo.

La labor de UVL es trascendental. “Algunas de nuestras visiones fueron citadas por Michelle Bachelet, alta comisionada de la Organización de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en la presentación de su informe sobre lo que está ocurriendo en Venezuela. Eso da una idea de la importancia del trabajo realizado y eso es algo que admiro”, refiere Huggins.

Un nuevo reto

Elio Gómez Grillo, padre del penitenciarismo en Venezuela y promotor de UVL, también decía que “los presos viven en condiciones deplorables donde están ausentes las mínimas condiciones sanitarias y aún humanas exigibles”. Su afirmación se proyecta hoy en día en la situación de las mujeres detenidas.

Y eso es algo que forma parte del nuevo reto de Una Ventana a la Libertad: visibilizar lo que le ocurre a todas aquellas mujeres dentro de las cárceles y de los centros de detención preventivos, donde llegan por 48 y terminan pasando años, asegura Magaly Huggins, criminóloga y feminista. 

Isolda Heredia de Salvatierra, coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, narra que Lo que se había hecho hasta ahora era algo muy general y no se había demostrado lo que ocurre y en especial a las mujeres a quienes se les vienen violando sus derechos desde hace mucho tiempo. Lo recuerdo perfectamente cuando hice un trabajo en la cárcel de La Pica, en Monagas, donde tuve la oportunidad de ver mujeres que habían sido detenidas por ser mulas de sus esposos”.

Heredia de Salvatierra sostiene que hay una invisibilización de la magnitud de la violación del derecho al acceso a la justicia de los venezolanos, en especial el de las reclusas, y por lo tanto es tarea de las organizaciones no gubernamentales exigirle al Estado que no haya más violaciones de derechos humanos, que se juzgue a tiempo y que se cumplan las leyes. “Tengo un reconocimiento especial a Una Ventana a la Libertad porque es la única organización que junto a COFAVIC ha defendido a las mujeres víctimas de violencia, porque se ha investigado lo que ocurre en realidad y han visibilizado la realidad que viven las mujeres privadas de libertad en los centros de detención preventivos”, manifiesta.

Huggins está convencida de que hablar de las privadas de libertad permitirá tener información precisa sobre sus condiciones. “Es el poder marcar una pauta porque se mantienen visibles las mujeres a quienes se les violan sus derechos a diario. Esto es un compromiso de vida con lo que creemos y deseamos defender”, afirma.

Una voz para la denuncia

Leonardo Rodríguez, abogado y director de la Red de Casas de Abrigo Don Bosco, habla sobre otro elemento importante en la promoción de los derechos humanos de los privados de libertad. Se refiere al hecho de que Una Ventana a la Libertad ha servido de voz para todos esos familiares que denuncian lo que ocurre dentro de los centros de detención preventivos en Venezuela.

Argumenta que es un espacio para divulgar los casos de corrupción y extorsión de los que han sido objeto los presos y que son visibilizados a través de sus parientes. Considera que se trata de una labor necesaria en un país donde la cantidad de presos aumenta diariamente por razones políticas y, al mismo tiempo, “básica para la construcción de una nueva democracia, en la separación de los poderes y para una renovación del sistema de justicia venezolano”, agrega.

“Hoy en día cobra mucha más fuerza, una muy significativa, el hecho de poder defender los derechos de los privados de libertad, un sector de la sociedad que siempre es relegado, olvidado y que poco importa porque existe una estigmatización de las personas que están privadas de libertad, pero lo cierto es que defender sus derechos en un país como Venezuela es un reto y un riesgo para quienes deciden emprender esta tarea”, continúa. 

Sostiene que defender los derechos de los privados de libertad es una necesidad para la sociedad, pues es como hacer contraloría en el interior de los calabozos de las policías y las cárceles; además, los familiares de los detenidos requieren de organizaciones como estas para sentir un apoyo.

En todo este proceso, Rodríguez considera necesario destacar la labor de quienes hacen posible que Una Ventana a la Libertad tenga excelentes frutos. Para el director de la Red de Casas de Abrigo Don Bosco, el trabajo de quien investiga es tan valioso como el de quien da la cara al presentar los informes.

“La verdad es que no me imagino a una Venezuela, que en este momento de crisis humanitaria, no tenga organizaciones promotoras de la defensa de los derechos humanos o sin organizaciones que defiendan los derechos de los privados de libertad”, reflexiona.

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