
Equipo UVL Zulia
Hace dos días, el 14 de noviembre de 2020, le informaron a la familia del privado de libertad Jeison José Villasmil González, de 46 años, que estaba presentando pasando hambre y presentaba quebrantos de salud. Su madre, Xiomara González, no creyó sobre la enfermedad de su hijo hasta que leyó detenidamente el informe emitido por el Centro de Diagnóstico Integral (CDI) La Macandona, al oeste de Maracaibo, el diagnóstico.
La anciana, de 71 años, cardiópata y sobreviviente de un infarto se sintió desalentada. Ella reside en el sector 18 de Octubre, al norte de la capital marabina, mientras que a su hijo lo recluyeron en el Centro de Coordinación Policial Antonio Borjas Romero. Allí le prestaron los primeros auxilios, los llevaron al CDI, le diagnosticaron COVID-19 y lo remitieron a una celda, completamente aislado, en el Centro de Coordinación Policial Francisco Eugenio Bustamante. “Allí está completamente solo”, detalló un familiar.

Su madre no lo ve desde finales de marzo, antes de su detención. Pero su situación económica y de salud le ha impedido en casi siete meses acercarse al centro de detención a llevarle comida o abastecerlo de algún producto de higiene. “No tengo, simplemente no tengo. Sobrevivo con la pensión, no manejo efectivo y no puedo caminar. Quiero ayudarlo, pero no puedo”, se lamentó la anciana.

Con ayuda de unos conocidos, Villasmil obtuvo los medicamentos. Ahora su madre espera que se recupere y en algún momento volverlo a tener en su casa.
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