Entre los 230 reclusos masculinos detenidos en la PNB de San Agustín del Sur, en Caracas, está detenida “La Uva”, una interna que se identifica como una persona andrógena que, en algunos casos, se siente como niña o niño, aunque en la mayoría de las oportunidades se siente niña
“La Uva” tiene 23 años de edad y desde los 9 años fue diagnosticada con esquizofrenia y bipolaridad
Angélica Lugo, UVL Caracas
A sus 23 años de edad “La Uva” enfrenta una doble condena en un centro de detención preventiva de Caracas. Desde el 20 de febrero de 2019 está detenida por presuntamente estar involucrada en el homicidio de su cuñada. Además del hacinamiento y del retardo procesal, ésta detenida, sufre por sentirse presa en un cuerpo que no se corresponde con la identidad de género con la que se identifica. Ella asegura que es una persona andrógena, pues en la mayoría de sus días se siente niña, aunque nació niño.
“Andrógeno es un tipo de vida sin tabú y sin ningún tipo de prejuicios en la sociedad, en pocas palabras, soy lo que quiero ser. Un día puedo ser niño y otro día puedo ser niña, aunque me siento mejor siendo niña (…) Esta situación es muy ruda para las personas LGBT, ya que pasamos muchos desprecios y poco a poco siento que estoy muriendo lentamente”.
“La Uva” forma parte de los 230 reclusos masculinos que están detenidos en la Policía Nacional Bolivariana (PNB) de San Agustín del Sur. Pero es la única persona de la comunidad LGBT en ese centro de detención preventiva. A diario ella enfrenta varios conflictos: estar detenida y ser parte de la población penitenciaria desasistida, ver partes de su cuerpo con los que no se siente conforme y, además, debe lidiar con sus cambios de humor, pues desde los 9 años de edad fue diagnosticada con esquizofrenia y bipolaridad y, aunque a los 17 años de edad decidió no consumir más psicotrópicos, piensa que en la actualidad pudiera estar mejor si estuviese medicada.
“Desde los 17 años paré el medicamento porque me limitaba facultades que bajo ese tipo de fármacos no podía desarrollar como debía. Sufro de esquizofrenia, bipolaridad y de cuadros depresivos. La bipolaridad me está enloqueciendo porque de la nada me dan unos cambios de humor increíbles. Yo pensaba que no necesitaba medicamentos. Pero ante esta situación creo que es realmente necesario”, explicó “La Uva” a Una Ventana a la Libertad.
Aunque “La Uva” cuenta con el apoyo moral de su padre, solo lo ve cada quince días. “Mi papá tiene a dos hijos detenidos porque mi hermano, aunque es inocente, está detenido en un calabozo del Cicpc por la muerte de mi cuñada. Lamentablemente mi padre gana sueldo mínimo y para él no es fácil mantenernos a los dos, por eso él solo me visita dos veces al mes”, precisó.
Un desasistido para todos y todos para uno
Las dos veces que el padre de “La Uva” lo visita no son suficientes para cubrir sus gastos de alimentación y de higiene. Por esta razón ella forma parte de la población desasistida en la PNB de San Agustín del Sur. Sin embargo, UVL confirmó con esta reclusa andrógena y con otros detenidos en ese centro de detención preventiva, que los desasistidos se apoyan entre todos y, por suerte varias veces por la semana iglesias evangélicas, y los propios policías, les dan alimentos.
“Aquí hay un grupo de personas desasistidas que nos apoyamos los unos a los otros y por eso doy gracias a Dios todos los días, porque sé que mi padre hace un gran esfuerzo por apoyar a mi hermano y a mí en los tribu (tribunales). La última vez que vi a mi abogado fue en la audiencia preliminar y me dijo que lo que afecta mi caso es el agravante, porque yo tengo feminicidio agravado. Aunque en la audiencia dije que soy el culpable del asesinato de mi cuñada y mi hermano es inocente, todavía él está preso. Estando detenido aquí he aprendido de mis errores y también he aprendido a agradecer a mi padre por todo su apoyo, con lo poco que tiene. Lamentablemente, mi madre prefirió a otro hombre que a sus hijos. Pero allí no puedo hacer nada, hay mujeres que no tienen el instinto de mamá y esa es la madre que me tocó y por ella y por mi papá soy lo que soy”, explicó “La Uva”.
Libertad y cambios corporales: sus metas de vida
Como la mayoría de la población penitenciaria en Venezuela y en el mundo, “La Uva” también tiene la meta de lograr la libertad y de ser reinsertada en la sociedad, cuando su proceso judicial lo permita. Ella aseguró que está detenida desde que se entregó a las autoridades después de haberle quitado la vida a su cuñada. Pero, más allá de lograr la libertad, “La Uva” quisiera ser evaluada por un médico que la oriente y medique para poder lograr un equilibrio emocional.
“Más adelante me gustaría hacerme los senos, porque yo me siento una niña. No he pensado todavía en hacerme una vaginoplastia porque también tiene sus ventajas conservar los testículos. Sin embargo, para mí es más importante en estos momentos resolver otras cosas que me atormentan, como por ejemplo, mis cambios de humor”, aseguró.
“La Uva” comentó que en prisión preventiva ha logrado acercarse a Dios y, desde Una Ventana a La Libertad quiso hacerle un llamado a las autoridades para que tomen en cuenta a la población reclusa de la comunidad LGBT en planes de inclusión: “Quiero decirle a las autoridades que nosotros somos personas, no animales. Que todos cometemos errores en esta vida. Pero que tenemos una segunda oportunidad”.
Curiosamente, aunque “La Uva” convive en una celda con más de 10 hombres y en algunas actividades grupales en ese centro de detención preventiva comparte con el resto de la población masculina, no ha sido discriminada y varios de sus compañeros le respetan su identidad de género y la tratan como le gusta ser tratada, como “La Uva”. No obstante, ella asegura que algunos reclusos aún no la aceptan:
“El respeto es como complicado porque en oportunidades sí me respetan y en otras no. Depende de las personas con las que conviva aquí, porque hay quienes sí toleran mi condición y hay quienes no”.
Enfermedades mentales: casos silentes en los CDP
Para la elaboración de este boletín en Caracas confirmamos que, más allá de reclusos con tuberculosis, VIH o enfermedades de la piel, también hay población con patologías mentales que no reciben atención adecuada y que tampoco son clasificados del resto de la población penitenciaria que espera por cupos de traslados a cárceles.
Con esto no queremos culpar a las autoridades que están encargadas de la custodia de los internos pues, hemos confirmado cómo los policías hacen un esfuerzo para garantizar la seguridad en las comisarías policiales y militares, pese a que cuidar reclusos no sea su principal trabajo.
Desde junio de 2020 una de las más de 80 mujeres que en la actualidad están detenidas en la Policía Nacional de El Valle sufre de trastornos del sueño y, pese a que los policías permiten el ingreso del medicamento que le recomendaron tomar para dormir, sus parientes presumen que en la actualidad sufre de depresión pues, tanto ellos como sus compañeras de reclusión, han confirmado que cada vez es más frecuente que no se comunique con su entorno, hasta el punto de llegar al estado de mutismo.
UVL logró contactar a un familiar de la interna que expresó su preocupación pues la detenida en el mes de enero se encontraba en un estado de aislamiento y llanto continuo. Esta mujer de 40 años de edad, detenida desde el 16 de septiembre de 2019 por el delito de asociación para delinquir y peculado doloso, tiene anemia y ha presentado complicación con su salud. En 2010 fue sometida a un bypass gástrico y en prisión preventiva no ha podido cumplir con una alimentación balanceada. Además de ello, debe consumir otros psicotrópicos por haber sufrido de meningitis en la infancia.
Sus familiares, quienes han pedido una medida humanitaria para la mujer y las evaluaciones médicas correspondientes, sospechan que todas sus complicaciones de salud han comprometido su bienestar mental. Esta mujer durante 2021 no ha sido evaluada médicamente. “Presumo que ella está pasando por un cuadro de depresión y temo por cualquier acción que pueda cometer en contra de su vida. Sé que ella se pone a llorar en posición fetal y en algunas oportunidades ella ha comentado que su vida no tiene sentido”, manifestó a UVL uno de sus parientes.
Aunque desde mediados de 2020 Una Ventana a la Libertad ha visibilizado el caso de esta interna detenida en la PNB de El Valle, hasta la fecha ninguna de las instituciones involucradas ha dado respuesta a la petición de sus familiares para que sea evaluada médicamente para que determinen si aplica una medida humanitaria para ella o tratamientos médicos específicos desde prisión. Aunque en las cifras oficiales ella no está contabilizada como los reclusos que padecen algún trastorno mental, sus parientes no dudan de que sufre de depresión.
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