Pranato: De la PGV a los Centros de Detención Preventiva guariqueños

Equipo de investigación/ UVL

El mandato impuesto por uno o un grupo de reos, -ejercicio conocido como pranato-, ya no es solo un estilo de vida en las cárceles venezolanas. Hoy la figura del pran –hombre preso que ejerce el liderazgo sobre una población de reclusos- también cobra fuerza en los Centros de Detención Preventiva (CDP) del país.

Los espacios reducidos en calabozos de las policías municipales, regionales; en las sedes del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) y los destacamentos de la Guardia Nacional (GN), parecen no ser impedimento para la implementación de los códigos del pranato, que condicionan la vida de los reclusos.

Una Ventana a la Libertad (UVL) conversó con un exfuncionario que perteneció a la estructura judicial en el estado Guárico, quien pidió mantenerse anónimo por temor a represalias. El hombre con amplia trayectoria aseguró que la realidad que hoy presentan algunos CDP es una secuela de lo que fue, en su momento, la Penitenciaría General de Venezuela (PGV).

“Cuando hablamos de pranato hay que ver lo que era la PGV y como en ese penal se practicó la delincuencia organizada. Eso era un nido de pranes, desde donde ordenaban secuestros, robos de vehículos, asesinatos”, contó el entrevistado. Agregó que una parte de la población vivía en la zozobra y otros, entre ellos familiares de los reclusos, se sentían protegidos por el poder que ejercía los pranes.

José Antonio Tovar Colina “El Picure”, Humberto José Rodríguez Grimán “Trompeta”, Leonardo José Martínez Palomo “Leo”, Franklin Hernández Quezada “Viru Viru” y Nelson Alejandro Barreto Reyes “El Ratón”, fueron protagonistas del pranato en la antigua PGV durante las últimas dos décadas hasta el 28 de octubre de 2016, fecha en la que fue desalojada. Hasta entonces, aquel centro carcelario tenía sus propias reglas en un entorno donde abundaban armas de distintos calibres, drogas, dinero, fiestas, todo bajo el control del pran y su carro – grupo de reos que obedecía al pran-.

“El mal ejemplo”

Las imágenes de hombres encarcelados con armamentos y ejerciendo mayor autoridad que sus custodios contrastaba con la visión del ciudadano a las afueras de aquella cárcel, donde acudían familiares y amigos, mujeres y niños, que en ocasiones pasaban varios días en aquel recinto. “Lo que se ve hoy en los calabozos policiales es el mal ejemplo que pudo ver algún muchacho –recluso- en esa cárcel”, comparó el funcionario.

Aunque el entrevistado aclaró que no todos los detenidos tienen una relación directa con la PGV, explica que en algunas de las barriadas más peligrosas del estado hubo al menos un hombre relacionado con la Penitenciaria General de Venezuela, bien sea porque estuvo preso o asistió a alguna de las celebraciones que allí realizaban.

Tovar Colina fue recordado por el exfuncionario, asegura que mientras el joven criminal evadió a la justicia, conformó la megabanda “El Picure”, grupo que se fue desintegrando luego del asesinato de su cabecilla. Sin embargo, en la actualidad un ex miembro de “El Picure”, llamado Gilberto Malony Hernández, es el líder de otra peligrosa organización criminal en el país “Tren del Llano”, la cual opera desde la población Altagracia de Orituco en el municipio Monagas de Guárico.

Liderazgo en CDP

El exfuncionario consultado por UVL, afirma que la presencia de pranes en los CDP es una realidad limitada por espacios físicos; pero advirtió, es un tema que debería ser preocupante para quienes hoy dirigen los organismos de seguridad y justicia en Venezuela.

“Uno ve como los familiares exigen celeridad en los juicios y los medios se hacen eco del retardo procesal que hay en el país. Pero si vamos más allá, es tan grave ver como esos diferimientos representan un gran negocio para algunos funcionarios y los mismos pranes, mientras aumenta el número detenidos”, sostuvo.

En cuanto al comportamiento de los también llamados líderes negativos, subrayó que el hacinamiento existente en la mayoría de los CDP aumenta los ingresos de quienes cobran la causa – cuota de dinero que pagan los reos al pran-. Acotó que las normativas internas entre reclusos puede variar en los organismos de seguridad, pero dijo prevalecen las jerarquías, los castigos y el silencio.

“Recuerda que son celdas pequeñas y la mayoría están en hacinamiento. Pero hay jerarquías, los privados que se hacen llamar líderes o pranes, buscan ganarse el respeto del resto y establecen códigos, el que viole esos códigos es castigado: le quitan la comida, lo maltratan entre ellos mismos”, señaló el exfuncionario. Añadió que, en algunos casos, el chantaje es la estrategia que utilizan los pranes para callar y mantener al margen a los uniformados.

La madre de un recluso en un CDP del estado llanero, quien pidió resguardaran su identidad por la seguridad del pariente, contó a UVL que además de soportar las dificultades propias del sistema judicial, deben adecuarse a la normativa que impone un reo, presumiendo liderazgo dentro de un calabozo.

“Hay que pagarle -la causa- a una persona allá adentro que es como el jefe entre ellos –los presos- para que mi hijo esté bien… pero eso no es vida, porque imagínate con lo que uno gana no alcanza ni para comer y cuando traigo la comida, a veces no la dejan pasar porque supuestamente están castigados y otras veces es que se la comen entre los privados”, contó la mujer.

El relato de esta madre, con signos de cansancio, es un grito de ayuda en medio del silencio entre familiares que murmuran a los alrededores. Brotan quejidos espontáneos de aquellas mujeres, que no se atreven a contar el viacrucis que viven a diario, por miedo a que sus parientes sufran las consecuencias de la cruda verdad. 

Y es que la privativa de libertad no les niega los derechos a quienes hoy están en los CDP, es por ello que el Estado,  debe establecer mecanismos de control ante las violaciones de derechos humanos que ocurren en los calabozos de los organismos de seguridad.

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