Denuncian muerte por gangrena de recluso en calabozos de la PNB

Por Carlos D’Hoy

El Universal

Foto: Fernando Sánchez

“Mamá vente, que me estoy muriendo, por favor vente temprano porque estoy muy mal”, esta fue la última conversación que Winder Sánchez sostuvo con su mamá por teléfono la noche del pasado jueves 6 de abril, cuando la infección y la gangrena le quitaban los últimos suspiros de vida.

A las 7:00 de la mañana del viernes 7 de abril, cuando la señora se preparaba para salir a tratar de hacer que lo trasladaran hasta un hospital, para curarle las lesiones que tenía en una pierna, recibió una llamada telefónica que le ponía palabras de certeza al temor que tenía en su corazón, una voz desde el otro lado de la línea le informaba que Winder había muerto, que no fuera a la comisaría, ya que lo habían trasladado a la morgue de El Llanito.

Winder Sánchez, de 27 años de edad, murió en los calabozos de la zona 7 de la Policía Nacional Bolivariana en Boleíta, falleció de gangrena en la pierna derecha, infección que le colapsó la vena aorta y le provocó un infarto, según el informe médico forense entregado a la familia “Si lo hubiesen trasladado a tiempo, no habría muerto, le habríamos amputado la pierna, pero estaría vivo”, indicó un médico a sus familiares en el Domingo Luciani.

Winder Sánchez era mototaxista, trabajaba de manera independiente en la terminal de pasajeros de La Bandera, además contaba con sus propios clientes, lo que le permitía rebuscarse un sueldo para mantener a su esposa, que estaba en los últimos meses de embarazo.

El 8 de enero Sánchez regresaba junto a unos amigos de jugar baloncesto en la cancha de La Ceibita, cuando fueron detenidos por una comisión de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), como no tenía documentos se lo llevaron preso, a sus amigos los soltaron, fue trasladado hasta una comisaría de la PNB donde lo imputaron por drogas y lo remitieron a la Zona 7.

“Allí se inició un infierno para la familia, porque nosotros no somos de dinero. Hay que entender que allí dentro en los calabozos de la policía todo tiene un precio, nos cobraban 4.000 bolívares por dejarle pasar la comida y 8.000 bolívares por dejarnos visitarlo. Su vida se estaba poniendo muy chiquita, tanto que no llegó a conocer a su hija, la bebé nació el mes de febrero, un mes después de su detención, nunca llegó a verla”, indicó Daniela González, prima hermana.

Recordó que el pasado 30 de marzo se produjo una requisa en los calabozos de la policía y “ese día le dieron un batazo en la pierna derecha, fue tan fuerte el golpe que le desgarraron el músculo. El lunes siguiente lo llevaron hasta un CDI en El Llanito, pero allí no le hicieron nada, lo llevaron de vuelta a la celda donde estaba detenido, donde las pésimas condiciones de salubridad, lograron convertir en gangrena una herida interna”.

“Winder tenía mucho dolor, la situación se ponía muy difícil y nos lo hacía saber, por lo que le pedimos a los policías que lo trasladaran a un hospital, pero los funcionarios alegaban que no tenían carros o que no tenían esposas para hacer traslados, nunca hicieron nada por él, nosotros les ofrecimos el carro y que ellos lo manejaran, que lo llevaran al hospital, pero nada, no hubo manera, ellos dejaron que se muriera lentamente”.

Agregó que la muerte no quedará impune. “Eso no se va a quedar así, a él lo dejaron morir de una manera horrible, eso es un crimen y deben pagarlo, por eso denunciamos el caso ante la Fiscalía y ante el Cicpc, para que investiguen y castiguen a los responsables”, dijo.

Reclusos mueren de hambre

Organizaciones no gubernamentales han alertado sobre el riesgo que corren más de 45 mil presos en calabozos policiales, el año 2016 diez reclusos murieron de hambre mientras estaban detenidos, reportó el Observatorio Venezolano de Prisiones en su informe correspondiente al año pasado.

Humberto Prado, señaló que ese año se reportaron por primera vez los fallecimientos por hambre de reclusos en cárceles venezolanas.

Esta es la tercera muerte ocurrida producto de las condiciones por las que atraviesan los reclusos en los centros policiales de detención en lo que va de año en la Gran Caracas.

El 6 de abril falleció un recluso identificado como José Ramón García López (34) en la Policía Municipal de Guaicaipuro por desnutrición severa.

El 19 de febrero otro recluso murió bajo similares circunstancias en la misma sede policial. Se llamaba Héctor Efraín Nieves Medina tenía 28 años y estaba preso desde el año 2015.

Ambos reclusos fallecidos de inanición no tenía familiares que les llevaran comida y a pesar de la existencia de un programa de alimentación para los presos, el mismo no rindió ningún efecto para los fallecidos.

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