
* La crisis económica que atraviesa el país y la cuarentena por la pandemia de Covid-19 ha limitado los ingresos en los hogares más vulnerables de los Valles del Tuy
Rosanna Battistelli, UVL Miranda
Garantizar las tres comidas diarias es cuesta arriba para las personas que tienen familiares presos, debido a que la crisis económica que atraviesa el país y la cuarentena por la pandemia de Covid-19 ha limitado los ingresos en los hogares más vulnerables.
Leida Germany, quien tiene un hijo detenido en los calabozos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) de Ocumare del Tuy, estado Miranda, no escapa de esta situación que cada día le preocupa más al no encontrar un trabajo estable que la ayude a cubrir los gastos.
Su crisis económica es tan grave, que por ocho meses estuvo viviendo a las afueras del hospitalito de Charallave. Actualmente, una amiga que conoció en predios judiciales, porque también tiene un familiar preso, le dio abrigo en su casa en Ocumare del Tuy. Ahora está más cerca de su hijo y se ahorra el gasto del transporte cada vez que acude a llevarle alimentos; sin embargo, muchas veces solo tiene arroz para llenar la vianda.
El hijo de Leyda, de nombre Alexander, fue detenido cuando era un adolescente tras sostener una riña. Estuvo privado de libertad en el Servicio de Protección Integral del Niño, Niña y Adolescente, del estado Miranda, (Sepinami), de donde salió con un beneficio para hacer labor social; sin embargo, un día no se presentó más y quedó solicitado.
Años más tarde fue arrestado cuando vendía aliños en Charallave. Hoy tiene 27 años de edad. Su caso es llevado por los tribunales de Caracas y las dificultades que representa el traslado desde los Valles del Tuy a la capital de la República han retrasado su juicio.
A Leyda le preocupa que debido al retraso procesal su hijo dure más tiempo tras las rejas del que le corresponde. “Yo sé que estamos en medio de una pandemia, pero si se cumplen con las medidas de protección los procesos legales pueden ir avanzando”, señaló.
Mientras tanto, Leyda se aferra a lo que su hijo le dice en cada carta que le envía: El tiempo de Dios es perfecto. “Confío en Dios y sé que pronto mi hijo saldrá de la cárcel”, indicó con la esperanza de que se activen las actividades judiciales o se realice un “Plan Cayapa” para que evalúen el caso de su descendiente.
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