
Equipo UVL Miranda
Valles del Tuy.- Este 19 de julio se cumplen tres años de la detención del comerciante de la parroquia La Vega, Caracas, Luis Enrique Briceño (51). Sus familiares aseguran que su detención es injusta y que Briceño ha sido víctima de retardo procesal.
Briceño estaba en los calabozos del Centro de Control y Resguardo de la Policía Nacional Bolivariana, en Boleíta, municipio Sucre, también conocido como Zona 7, y posteriormente fue trasladado a la cárcel de Yare, en los Valles del Tuy, estado Miranda, donde permanece recluido.
“Estamos solicitando a los entes competentes la pronta liberación de mi hijo, cuyo proceso penal transcurre con lentitud. Se realizó la apertura de juicio hace dos años y aun así sigue detenido, sin respuesta de nada, un juicio que no tiene ni pies ni cabeza, donde se han mostrado todas las pruebas de su inocencia y aun así sigue privado de libertad por el delito de terrorismo”, indicó la madre del comerciante.
Briceño fue arrestado el 19 de julio del año 2021. Ese día fue sacado engañado de su local comercial por un grupo de policías, con la excusa de que le harían unas preguntas en la sede de La Quebradita, dijo su progenitora.
“Allí fue objeto de extorsión por parte de los policías y, como se negó a pagar, lo dejaron preso y lo involucraron con la banda delictiva de la Cota 905. Es triste que por ser comerciante y tener un negocio en Venezuela eres blanco de los policías corruptos”, acotó la declarante.
La madre de Briceño lo calificó como un trabajador honorable, de conducta intachable, un ser humano bondadoso, humilde y colaborador con el más necesitado.
“Él debe tomarse cuatro pastillas diarias debido a un problema cardíaco, y aun así se le han cerrado las puertas para que le sea otorgada una medida cautelar. Mi hijo es inocente y por ello le solicitamos al fiscal general de la República, Tarek William Saad, y al presidente de la República, Nicolás Maduro, que este caso sea revisado, así como el de todas esas personas que están detenidas injustamente”, agregó la mujer de 71 años de edad con la esperanza de que su clamor sea escuchado.
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