Angélica Lugo, UVL / Gran Caracas
Dos presos que estaban detenidos en los calabozos de la Policía Nacional Bolivariana, ubicados en Boleíta, fueron asesinados a golpes y con arma blanca el viernes 31 de mayo. Aunque ha habido hermetismo para conocer la identidad de las víctimas, los familiares de uno de los presos se enteraron del homicidio cuando fueron a llevarle alimentos.
El recluso Edward Dávila, de 31 años de edad, fue reconocido por sus parientes en la morgue de Bello Monte este martes 4 de junio. Allí les informaron que el hombre recibió una golpiza y que fue herido con arma blanca en el cuello mientras estaba bajo custodia del Estado.
Aunque se conoció que ese día también fue asesinado otro interno dentro de los calabozos de la PNB de Boleíta, también conocidos como la Zona 7 de la extinta Policía Metropolitana, los parientes de Dávila solo se enteraron que la segunda víctima vivía en Los Flores de Catia. Pero aún desconocen su identidad. El cuerpo permanece en la medicatura forense y los familiares del difunto no han ido a reconocerlo.
Con el asesinato de los dos reclusos suman seis los casos de presos muertos en la PNB de Boleíta este 2019. Uno de los casos más recientes es el de Ángel Adrián Acero Rojas, de 28 años. El privado de libertad fue asesinado a golpes el lunes 8 de abril del año en curso y, posteriormente, se determinó que no recibió atención médica inmediata. Familiares del interno, que tenía 13 días detenido en ese centro preventivo de la Policía Nacional, denunciaron que los agresores fueron funcionarios de ese cuerpo de seguridad.
A principio del mes de abril también fue asesinado a golpes, dentro de uno de los calabozos de la PNB de Boleíta, Marlon Jesús Maíz de 20 años de edad.
Estos casos, aunque son hechos aislados, parecieran ser un patrón común en ese centro de detención preventiva que alberga a más de 700 presos en un espacio que tiene capacidad para albergar a menos de 200 personas por lapsos menores a las 72 horas.
El 28 de abril de 2018 Carlos Enrique Pérez Gómez, de 21 años de edad, fue ahorcado por sus compañeros de celda porque hizo sus necesidades dentro del calabozo lo que significó para la población penal como una violación de las normas internas o, lo que en ese submundo criminal es conocido como “comerse la luz”.
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