Familiares de privados de libertad piden el cese al maltrato y a la mala alimentación tras irregulares revisiones de comida preparada en los Centros de Detención Preventivos de la entidad
Equipo UVL Anzoátegui
Puerto La Cruz.- Reyna Agustina Arrieta nunca pensó que a sus 61 años de edad se expondría a extremas revisiones corporales que la harían sentir “vulnerada y avergonzada”. Ella asegura que ha tenido que perder el pudor para poder visitar al menor de sus tres hijos, quien se encuentra privado de libertad en un Centro de Detención Preventivo en Puerto La Cruz, zona norte de Anzoátegui.
“He tenido que quitarme la pantaleta y agacharme tres veces seguidas para que vean que no trato de ingresar nada a los calabozos”, contó el ama de casa al equipo investigador de Una Ventana a la Libertad en la entidad.
Reyna sufre de desgaste en la rótula de su rodilla izquierda. A pesar de ello, revela que en dos oportunidades ha tenido que hacer “sentadillas” para poder entrar al calabozo donde se encuentra su hijo y verificar personalmente su estado de salud.
Su rostro refleja el pasar de los años y sus manos temblorosas reflejan el temor que siente cada vez que tiene la necesidad de entrar a ver a su hijo, quien está detenido por tenencia de droga, en los calabozos de Polisotillo, ubicado en el sector Chuparín de Puerto La Cruz.
“Todo por entrar a ese sauna que huele malísimo y donde más de 50 hombres intentan sobrevivir. Las femeninas son cuidadosas en ocasiones y tienen respeto hacia mi persona, pero eso depende de su estado de ánimo. Una vez fui revisada por un funcionario, no me tocó, pero me pidió hasta que me levantara el sostén y eso me desmoralizó”, contó.
Por tres años consecutivos Reyna ha tenido que vivir éstos episodios, lo que la ha llevado a disminuir la cantidad de visitas a su hijo. Actualmente sólo le lleva los alimentos y espera afuera la confirmación de que le fueron entregados en sus manos.
“Hasta el año pasado las visitas estaban suspendidas por la pandemia, poco a poco las fueron permitiendo. Cada vez que veo a esas mujeres en cola para pasar a hacer las visitas me pregunto si sentirán lo mismo que yo al ser revisadas”.
Contó que en el cuarto de requisa las funcionarias les piden a las mujeres que se quiten la ropa interior y se “agachen”, tres veces, luego les piden que se levanten el brasier, revisan sus cabellos y en ocasiones tocan partes de sus cuerpos como parte de la requisa.
Con ella coindice Leidy Corrales, quien tiene a su cónyugue detenido en uno de los calabozos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas en Barcelona (Cicpc), donde asegura que las funcionarias tardan diez minutos en cada revisión corporal y la visita tiene un lapso de duración de cinco minutos.
“Más es el tiempo que han pasado manoseándome. Luego me dejan pasar y ni hablar puedo porque sólo me dejan verlo cinco minutos y con un funcionario al lado. No existe ningún tipo de privacidad. Así no me va a decir si lo están maltratando o no”, resaltó.
Ambas están al tanto de la legalidad de las requisas corporales, sin embargo, consideran que las femeninas se extralimitan y maltratan. Aseguran que todo depende “siempre” del estado de ánimo de la uniformada.
Requisas violentas
La abogada Milagro Carmona es defensora de los Derechos Humanos de los privados de libertad en el estado Anzoátegui y asegura que las requisas en los calabozos de los Centros de Detención Preventivos en la entidad se han tornado violentas.
“Tenemos conocimiento de Centros de Detención Preventivos en los que sacan a los privados al conteo y para revisar los calabozos, pero encuentren o no algo en los mismos los maltratan y hasta golpean cuando van pasando a sus celdas”, denunció.
Carmona hizo un llamado a las autoridades regionales y nacionales a exhortar al respeto de los Derechos Humanos de los privados y a la requisa controlada, pues asegura que han incrementado las denuncias de maltratos durante las requisas.
En un sondeo realizado por el equipo de Una Ventana a la Libertad en los cuerpos de seguridad de la entidad se pudo verificar que las revisiones de los calabozos se han realizado por períodos mensuales y trimestrales, sin embargo, en algunos Centros de Detención Preventivos como la Comandancia General de Polianzoátegui los familiares aseguran que no las han realizado con frecuencia.
Alimentos descompuestos
Familiares de los privados consultados por el equipo investigador de Una Ventana a la Libertad en los Centros de Detención Preventivos de Polianzoátegui, Polibolívar, Polisotillo y Poliguanta, ubicados en la zona norte del estado denunciaron que se han registrado abusos durante la revisión de los alimentos que llevan a sus parientes.
Yuleinnys Fuentes es una de ellas. Su hermana Yosibel está privada de libertad en uno de los calabozos de Poliguanta y contó que los alimentos no le estaban llegando a tiempo a su pariente y que en muchas de las ocasiones, luego de la revisión, llegaban incompletos a la celda.
La información también fue confirmada por la defensora de los derechos Humanos en la entidad, Milagros Carmona, quien detalló que :“Cuando algún familiar no puede preparar alimentos a tiempo y lo compra en la calle algunos desaparecen. Los familiares se han visto en la necesidad de destapar y tomarse parte de las bebidas que llevan para que los funcionarios no se las tomen. Otra de las denuncias es que los alimentos preparados llegan tarde y en proceso de descomposición, en ocasiones, a las celdas”.
Carmona explicó que en los calabozos está prohibido el paso de cubiertos de metal, envases de vidrio y todo objeto que pueda representar un peligro para los detenidos, pero a pesar de ello y de la clasificación de alimentos para facilitar la revisión de los funcionarios, éstos continúan “revolviendo y destrozando” las porciones de comida antes de ser ingresadas a los calabozos.
“Sean conscientes del sacrificio que hacen los familiares por llevar alimentos a los privados. Algunos vienen hasta de otros estados y regresan a sus hogares afligidos y desmoralizados”, resaltó la jurista.
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