Los “bancos del pranato” ¿cómo funcionan?

Por El Pitazo

Allí dentro la vida depende del dinero. Es regla conocida. Solo quienes tienen oportunidad de acceder a sumas cuantiosas pueden tener lujos y beneficios. Así que los reos se han inventado maneras más cómodas, accesibles y rápidas de manejarlo. En Venezuela se estableció un sistema financiero paralelo con la omisión, y hasta posible complicidad del Estado, denunció Carlos Nieto Palma, director de la Organización No Gubernamental (ONG) Una Ventana a la Libertad, especializada en el seguimiento a la crisis carcelaria del país. Son los “bancos del pranato”.

En Venezuela se calcula que hay 89.000 presos aproximadamente, según datos del Observatorio Venezolano de Prisiones. La ONG cuantifica que hay 110% de hacinamiento. En los penales convencionales, construidos con una capacidad de 38.000 personas, hay al menos 89.000. En los centros de detención preventiva, que no deberían exceder los 5.000 reclusos, hay más de 33.000. Pero ese “enorme depósito de seres humanos”, como define la organización, se ha convertido en una mina moderna para quienes ejercen el control (“pranes”). Cada cabeza es un aporte al sistema.

Se necesitan recursos para mantener a tantas personas. “La causa”, una contribución semanal que hace la población del penal al ‘pran’ —recluso quien ejerce el control— a cambio de beneficios como dormir en colchonetas, acceso a baños, comida, o la vida misma; era muy engorrosa de pagar en efectivo. Ahora los familiares están usando los bancos paralelos en las cárceles para depositar. Es más rápido y efectivo que el dinero en físico. Los presos se dirigen a una oficina improvisada dentro de la cárcel, retiran el efectivo y lo manejan. El proceso también se invierte en ocasiones, para que los privados de libertad puedan ayudar a sus seres queridos del otro lado del muro. En los delitos que se orquestan desde la prisión, como secuestros de personas y robo de vehículos, los sobornos para la liberación también se hacen en estas cuentas, afirma el especialista.

No es un proceso complicado, explica Nieto Palma. Se maneja desde una computadora. No es necesario un punto de venta ni infraestructura bancaria. El costo por el servicio electrónico es de 20%. “Esta persona tiene que estar en la calle. Y es el enlace entre el banco y los presos”. Las transferencias electrónicas son constantes, pues dentro de la cárcel se maneja mucho dinero en efectivo. Los reos se dedican a la venta de alimentos, ropa, discos de música, películas, cigarros, alcohol, y por supuesto, droga, aseguró el activista.

Elio Gómez Grillo, padre del penitenciarismo moderno en Venezuela, afirmaba que las cárceles son un negocio tan productivo como la minería y los hidrocarburos. Las comparaba con la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Lo que ha variado es la forma de hacer negocios ilícitos. Por ejemplo, en los años 70, 80 y 90, la corrupción era la comida. Ahora, en los gobiernos socialistas del fallecido Hugo Chávez y del presidente actual Nicolás Maduro se trafican armas de guerra, drogas y alimentos. Nieto Palma escribe en uno de sus artículos cómo le impresionaba ver a directores de cárceles que, con sueldos tan bajos, tenían vidas tan ostentosas.

Hay una clara complicidad del Estado en el funcionamiento de entidades bancarias improvisadas y paralelas en las cárceles. El Ministerio sabe de su existencia: no hay duda. “Por una mezcla de corrupción y complicidad, estas cosas pasan”. Nieto Palma no descarta que los propios funcionarios nombrados para mantener el orden cobren comisiones por permitir que los bancos improvisados funcionen. “Los directores de las cárceles son nombrados por la Ministra. Los funcionarios están metidos en ese negocio: no lo dudo para nada. Algunos, no todos, pero la corrupción de las prisiones en Venezuela es muy grande”.

Nacieron en la gestión de Iris Varela. La administración de la Ministra de Asuntos Penitenciarios no solamente conoce la existencia de instancias financieras paralelas en las cárceles; sino que hasta podría haber complicidad de los funcionarios que administran los penales. Nieto Palma no lo descarta. De otra forma ¿cómo se explica lo que ocurrió en Tocuyito?

Desde el 26 de febrero, a través de la red social Twitter, la periodista Alexandra Belandia difundió fotos de una supuesta agencia bancaria paralela dentro del penal, en el municipio Libertador de Carabobo, a 11,3 kilómetros al suroeste de Valencia. Allí funcionaba un centro de intercambio comercial en el que se hacían transferencias a dos cuentas bancarias manejadas por una persona y con la que presos obtenían dinero en efectivo.

El dueño de las cuentas donde se realizaban las transacciones sería un hombre identificado como Omar Pereira. A través de dos cuentas personales, (Banco de Venezuela y Banco Occidental de Descuento) y una corporativa de Transporte San Fel C.A. (Banesco) se dedicaría a transar con los presos y familiares el dinero que necesitan tanto adentro como afuera del penal.

Tocuyito no es el único centro de reclusión donde hay sistemas bancarios paralelos y clandestinos. Ocurre también en cárceles como Tocorón, afirma Nieto Palma. En el Centro Penitenciario de Aragua se trata de una oficina con rotulada con un aviso: “Es un banco que manejan los presos, pero no tiene nada que ver con entidades financieras convencionales, en este caso Banesco”.

No hay relación comercial entre Banesco y el banco paralelo que funciona en el penal de Tocuyito. La entidad bancaria emitió, a través de Twitter, un rechazo enérgico por la usurpaciòn de su nombre. “Los presos consiguieron un cartel, se lo robaron o lo mandaron a hacer, para que se viera bonito el logo”, explica el defensor de Derechos Humanos. “Estamos procediendo a denunciar esta grave irregularidad ante la Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario (Sudeban) y autoridades para que se proceda al cierre. Resulta sorprendente que se pueda usurpar el nombre de un banco y abrir una agencia ilegal en un recinto penitenciario”, expresó Banesco en su Twitter.

Los bancos paralelos se han convertido en instancias fundamentales para la vida en prisión. Algunos reos no pueden recibir visitas semanalmente; otros tienen parientes que viven muy lejos. “Lo que hacen es que depositan el dinero a través de una cuenta”. Una vez hecha la transferencia, en la cárcel el dinero se le entrega al privado de libertad.

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