El estado Bolívar alberga a más de mil privados de libertad en las comisarías pertenecientes a la policía estatal, municipal y científica. Para el Estado esos reclusos no son su responsabilidad, solo los que están en centro penitenciarios.
Pableysa Ostos, UVL Bolívar
Los calabozos del Centro de Coordinación Policial (CCP) Guaiparo, en San Félix, al sur del país, han sido testigos de luchas armadas, sangre, y terror. Tan solo el 29 de mayo del 2019, se registró un motín entre los presos del anexo A y los del anexo B. En ese entonces salió herida una persona, un hombre de 24 años, que según era el líder del anexo A.
En agosto de ese mismo año, la muerte de dos reos pertenecientes al anexo B encendió nuevamente las alarmas en el CCP. Uno de los fallecidos fue Luis Daniel Maracay, tenía heridas ocasionadas por una descarga de perdigones en la cabeza, pecho y brazo izquierdo. La otra víctima fue asesinada por otro recluso a tiros. Todo eso se gestó por la lucha entre líderes de diferentes grupos que dominaban distintas áreas del centro de reclusión. Ese hecho dio pie a que fueran trasladados todos los presos que permanecían en el anexo B, así como su clausura.
El CCP Guaiparo es uno de los que más alberga privados de libertad en el estado Bolívar, han llegado a tener hasta 1.020 detenidos. Actualmente cuenta con unos 767 presos, de los cuales 70 son funcionarios de distintos organismos y unos 27 ya están penados pagando su condena ahí.
A pesar de que era día de visita, en el lugar encontramos un profundo silencio. Nadie se imaginaría que en ese sitio hay esa cantidad de personas detenidas. Lo primero que se ve es el anexo policial. Su líder es un funcionario de la Policía Estadal, que tiene 3 años detenido y aún su caso permanece en juicio. El preso más reciente, tiene unos 15 días de haber llegado .
El líder, se encarga de dejarle en claro a cada nuevo funcionario detenido que llega, cuáles son las reglas establecidas en el espacio. Una fuente señaló que entre todos colaboran con el tema de la comida, la limpieza y todo lo que se necesita, “Ahí no se cobra causa”. Ellos no tienen ningún contacto con el resto de los privados de libertad, y aseguran desconocer cómo es el sistema de ellos.
El sistema
El resto de la población reclusa permanece a tan solo unos metros de donde está el anexo policial. Una gran reja blanca, con una puerta pequeña, es el primer paso antes de entrar al calabozo A y D (los B y C se mantienen clausurados, tras los motines registrados anteriormente en el lugar).
En la entrada hay un puesto de perros calientes, el cual pertenece al líder de esa zona. Uno de los reclusos es el encargado de atenderlo. El líder de esa zona es un recluso que tiene un año y medio en el CCP Guaiparo, por el delito de droga. Fue él quien nos recibió y nos condujo por el lugar. A mano izquierda nos conseguimos con el primer calabozo. Era día de visita, así que muchos de ellos estaban en el área destinada a compartir con sus familiares. Mientras hablábamos, su esposa lo acompañaba a unos pasos.
Dentro de esos calabozos que mantienen cerrados con grandes puertas, lo primero que vimos fue un gran mural pintado con la frase: Tren de Guayana y el dibujo alusivo a un tren. En el sitio, también hay un espacio creado por los propios reclusos denominado el bunker, en el cual se “turnan” cada miércoles cuando se da la visita conyugal, de 11:00 am hasta las 4:00 pm.
Fuentes externas aseguran que semanalmente deben pagar una “causa” para adquirir agua, hielo, y productos de limpieza. Junto a él hay otros reclusos “trabajando”, en el orden, la limpieza y mantener en “calma” a los más de 600 presos con los que conviven.
Familiares de algunos de los privados de libertad, al preguntarle sobre el quehacer del líder, sostienen que: “tú sabes que eso es una lucha de poder, este chamo al menos ha mantenido la paz en el lugar. Sí cobran la causa, aunque ellos prefieren decirle ‘colaboración’. Toca adaptarse al sistema porque para el Estado nuestros familiares no importan”.
Los pasillos están completamente limpios, impera un orden. Algunos espacios cuentan con aire acondicionado. “Eso lo logró el nuevo líder”, sostuvieron familiares. “Todos llegan de la misma forma, aplicando su fuerza, poder. Aquí habido bastante sangre durante esos intentos de cambios de ‘gobierno’ y eso es lo que acarrea los traslados”.
El líder, un hombre que no aparenta tener más de 35 años, de tez blanca y cabello corto negro; señala que muchas de las remodelaciones que hay en el lugar las ha logrado él con ayuda de algunas fundaciones. “Yo no cuento con ayuda del estado para nada. Aunque algunas fundaciones me han prestado el apoyo, el privado de libertad es muy marginado”.
El espacio codiciado
En el caso de los calabozos de la Policía Científica el sistema es distinto, no hay cobro de causa, pero sí existen líderes. Debido a que el espacio es pequeño, el líder y la gente que lo acompañan dejan en claro que la puerta, es decir, estar parados en la reja del calabozo es un “beneficio” que solo les corresponde a ellos.
De igual forma categorizan el lugar que ocupará cada quién, “determinan quién tiene o no luz verde para dormir acostado, a quien le toca estar de pie, y ese tipo de cosas”, puntualizó una fuente ligada a dicho organismo.
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