Humillación y destrucción de bienes predominan en requisas de calabozos zulianos

Al menos el 90% de las incautaciones se hacen a mujeres.

El elemento sorpresa, sin fecha ni horario definido es el único protocolo que existe en todos los cuerpos de seguridad de la región

Equipo UVL Zulia.

Maracaibo.- Humillante, así describen el proceso de la requisa dentro y fuera de los centros de detención preventiva de Zulia. La rigurosidad varía de un calabozo a otro y de la personalidad de los funcionarios a cargo. No hay protocolos establecidos ni limitantes para la revisión corporal, de alimentos o de celdas.

“Fue violento, ingresaron y rápido nos sacaron a los 44 hasta el patio, nos sentaron en piso y destruyeron todo”, recuerda Vladimir, exrecluso de 28 años, quien permaneció tres meses y 15 días en los calabozos de un destacamento de la Guardia Nacional Bolivariana en el municipio San Francisco del estado Zulia. Aclara que en ninguno de las dos requisas que presenció hubo violencia física, pero entre risas y burlas acababan con todo.

El exreo, quien obtuvo su libertad bajo régimen de presentación, explica que cuando ingresó al calabozo de 2 mts2, luchó por unos 40 centímetros para acomodar un ventilador, una almohada, unos utensilios para comer y preparar la comida. “Cuando la requisa termina y entras ves que arrasaron con todo. Todo queda más horripilante que al principio. Se siente impotencia, arrechera. Te golpea la moral. Lo peor es que nunca consiguieron nada”.

En un segundo episodio, Vladimir hace referencia a la obligatoriedad de raparse la cabeza. “El teniente nos sacó a todos, pensamos en una requisa, pero se aparecieron con máquinas y nos raparon. Se reían, daban golpecitos en el cráneo y nos mandaban al piso. La humillación fue pública”.

Sin limitaciones

“Con lacrimógenas, con bombas lacrimógenas”, repite insistentemente la exreclusa del Centro de Arrestos y Detenciones Preventivas de San Carlos de Zulia, en el municipio Colón, así comenzaban las requisas en el retén. “Cayeran donde cayeran, asfixiaran a enfermos, embarazadas, a quien fuera. Pero a veces los policías ni entraban. Solo querían dinero. Las armas seguían adentro, al igual que la droga y el licor”.

En el Destacamento de la Guardia Nacional Bolivariana del Puente Rafael Urdaneta y el Aeropuerto La Chinita, los exreclusos denuncian que los castigos por tenencias de objetos prohibidos van desde palizas hasta traslados a otros destacamentos. “Nos sacaron hasta el patio, revisaron la celda y encontraron los teléfonos. Nos alborotamos y nos esposaron más de cinco horas a todas. Ese ha sido el castigo más fuerte, mayores, jóvenes, enfermas todas entramos en la misma colada. No les bastó quitarnos el aparato”, explica la exdetenida, mientras se cuestionaba por qué se les decomisaban los teléfonos cuando “se permite el ingreso de alcohol y droga”.

 “Hubo una bruja. Dio el pitazo de donde estaban las caletas y nos dieron una pela a todos. Nos quedamos tranquilos, pero después dimos con la bruja y también tuvo lo suyo”, comenta un exprivado de libertad del Puente Sobre el Lago.  Un funcionario aclara que los reclusos atacaron con hojillas al otro detenido, por lo que ameritó el traslado tanto del herido como de algunos reclusos a otros destacamentos.

Rigurosidad en los paquetes

“Hay flexibilidad en la revisión corporal”, asegura uno de los religiosos que trabaja con lo privados de libertad, a quien no identificaremos para evitar represalias con el trabajo que realiza dentro de los calabozos y penales de la región. Haciendo memoria en sus dos décadas de trabajo penitenciario, el religioso comenta: “Tuve que desnudarme y dar brincos de sapo para poder entrar en la antigua cárcel de Sabaneta. A las mujeres que nos acompañaban las desvestían y les metían las manos con guantes en sus zonas íntimas”.

La falta de personal y de espacios adecuados son las razones por la que el religioso cree que las requisas no son tan exhaustivas en los calabozos policiales. “En diciembre llevamos unas hallacas al CICPC- Maracaibo y nos hicieron abrirlas, las partieron para revisar. Nos pareció exagerado el proceso, pero ellos son los que mandan y debemos sujetarnos”.

Carmen visita a su hijo desde hace cinco años en la Delegación del Cuerpo de Investigaciones, Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) de Ciudad Ojeda, municipio Lagunillas. “La humillación empieza en la puerta, debes rendirle pleitesía al funcionario que te recibe la comida. Si no le caíste bien cuando te miró, te deja de última, le pone peros a todo y si le da la gana te echa pa’tras con todo”.

La mujer detalla que todo debe ir en bolsas transparentes y aún así “manosean la comida, la revuelven, la huelen, le meten tenedores o cucharas, la aprietan, parten las arepas. Vuelven todo un asco”.

Lo prohibido traspasa la requisa

El elemento sorpresa, sin fecha ni horario definido es el único protocolo que existe en todos los cuerpos de seguridad de la región. Las requisas quedan a la disposición del jefe de guardia. En una encuesta a seis funcionarios de diferentes organismos, estos indicaron que generalmente en las requisas en las celdas se consiguen: afeitadoras, objetos metálicos, celulares, licor y armas blancas. Mientras que en las requisas a familiares se detecta: droga, celulares y efectivo.

La última incautación que se hizo pública ocurrió, el viernes 21 de enero de 2022, en la entrada del Punto de Atención Ciudadana (PAC) de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), adscrito a la Segunda Compañía del Destacamento 111, en la avenida Sabaneta, parroquia Manuel Dagnino, al sur de Maracaibo, cuando Marllory Melisath Pestana Zuleta, de 45 años, intentó ingresar 27 gramos de marihuana dentro de un kilo de yuca.

Se registra un porcentaje muy bajo de familiares detenidos por intentar ingresar objetos o sustancias prohibidas en los calabozos. Fotos: Cortesía

“El nerviosismo. Todos se delatan por el nerviosismo. Generalmente los detenidos se valen de mujeres para intentar ingresar los objetos y sustancias prohibidas a los calabozos. El llamado es a que no se presten para eso”, exhorta un militar a cargo del calabozo del Comando Antiextorsión y Secuestro de la Guardia Nacional Bolivariana, quien también acotó que al menos el 90% de las incautaciones se hacen a mujeres.

Al cuestionar sobre el hallazgo de celulares y otros elementos dentro de las celdas, los seis funcionarios consultados hicieron silencio. Solo advirtieron que habían sanciones para quienes se prestaran para el ingreso, más no hicieron referencia a ningún procesado por tal delito de corrupción. Mientras tanto los familiares de los detenidos alegan que cancelan hasta 100 dólares para ingresar teléfonos móviles en los centros de detención preventiva.

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