Los presos en los calabozos del Centro de Coordinación Policial (CCP) Guaiparo en San Félix señalaron que los domingos se entrega una colaboración según este al alcance de cada familia
Pableysa Ostos-UVL Bolívar
Alrededor de 1.200 privados de libertad conviven en el Centro de Coordinación Policial (CCP) Guaiparo en San Félix al sur del país. A pesar de la cantidad de hombres que están en el lugar, no hay bullicio. Muchos están enfocados en sus actividades, mientras el piso aún sigue sin secarse mientras pasan el coleto en el pasillo.
El olor a cloro se siente a pesar del tapabocas. Las habitaciones en las que duermen al menos 8 de ellos están limpias y ordenadas. Para ellos el día inicia a las 5:00 de la mañana y culmina a eso de las 8:00 de la noche. Añorando los días de visitas para poder ver a sus familiares.
Desde hace más de 2 años en esos calabozos no hay un motín, ni disputas. Coinciden que esto se debe al apoyo de un grupo de hombres que tiene una visión basada en el respeto y enfocados en las mejores de la calidad de vida. “Se ha buscado desarrollar proyectos de atención social, espiritual, salud y de búsqueda de soluciones a la situación legal”.
La limpieza del centro de coordinación se hace unas dos veces al día. Mientras se va recorriendo el lugar, dos reverberos se mantienen encendidos: uno de ellos con unas 8 arepas, ese sería el desayuno de algunos esa mañana. Las paredes pintadas, mientras que en otras se pueden leer mensajes bíblicos.
Así va transcurriendo el día en un lugar que se ha convertido en su hogar hasta cumplir su condena o recibirla. ¿Pero cómo se mantiene el lugar? Por la autogestión de la que son parte los privados de libertad.
Cada domingo-de flexibilización- sus familias llevan colaboraciones que son entregadas a la persona encargada de recoger el dinero, “no hay tarifa, aunque quieran decir que la hay. Cada quien da lo que está a su alcanza y el que no tiene, no tiene. De 1200 presos solo unos 300 pueden colaborar”, comenta un hombre de 45 años que está detenido desde el 18 de diciembre del 2018 en el lugar por el delito de droga.
“No se aplican castigos. Aquí todos vivimos igual se colabore o no. Gracias a Dios hemos contado con la ayuda de fundaciones, donaciones para ir solventando lo que se necesita acá adentro”, suma.
Mientras que otro detenido ejemplificó que muchas veces pasa que “el compañero se endeuda acá adentro y llama a su familia pidiéndole cierta cantidad de dinero alegando que es para la causa y que si no la paga lo van a herir. Y como se oyen tantas cosas,tantos cuentos,las familias se lo creen”.
Mesas de trabajo
El grupo de hombres que mantiene el orden en el CCP sostuvo el miércoles 13 de enero unas mesas de trabajo en las cuales asiste la defensa privada, representantes del Ministerio Público, dos doctoras, una enfermera, y representantes de la iglesia, tienen como fin unir fuerzas para convertir el lugar en un centro de rehabilitación.
“Buscamos preparar a las personas que están aquí en el área de la herrería, albañilería, primeros auxilios entre otras cosas. Prestar asesoría legal, atención integral solidaria, programas de alimentación, formación y más”, ejemplificó.
Aunque en algunos centros que fungen como cárceles se usa la figura del pran, señalan que “esto es un centro de rehabilitación, aquí no se habla de pranato, hay es un liderazgo para beneficio de los mismos internos”.
Dejar una contestacion