Nadeska Noriega – UVL Vargas
La Guaira.- Juana Delgado, madre de un privado de libertad recluido en el Retén de Caraballeda, al este del estado Vargas, acude día por medio, para llevarle comida a su hijo. El joven, de 26 años, está detenido desde hace once meses en el Centro de Detención Preventivo, bajo la responsabilidad del Cicpc – Vargas, que funciona en la estructura.
Delgado asegura que se ha adaptado a la rutina, de venir desde Maiquetía, con la comida, agua y una muda de ropa. Pero las últimas semanas, asegura que el cambio del personal policial encargado de recibir la comida, ha hecho que los procesos se modifiquen y que la comida deba esperar, en ocasiones horas, mientras es revisada por los funcionarios, dañándose durante la revisión.
“En octubre y noviembre, más o menos, hubo un proceso de acuerdos, entre los familiares, funcionarios del Cicpc y los presos. La cosa fluía bastante bien. Uno traía la comida y mi hijo se asomaba por las rejas del ventanal por donde sube la comida y él la agarraba directamente. Los iban llamando, uno a uno. Pero desde que inició el año, por el cambio de los funcionarios, la cosa se ha puesto ruda. La orden es recibir la comida, la revisan cuando les da la gana y después se la dan a la familia de uno. A veces la comida se pone piche, por la espera”, relata Delgado.
Otros familiares confirman la versión de la mujer. Relacionan el cambio de la coordinación del CDP con el cambio de protocolos, que ha hecho más difícil la entrega de comida e insumos a los familiares. “La comida se descompone, porque la manosean, la revisan y después, cuando les sale del forro, se la entregan al preso. Ellos (los policías), dicen que es porque la gente quiere meter droga o armas en la comida, pero hubo meses en que funcionó chévere, más humanizado, y no se presentó ningún caso a los que ellos se refieren”, argumentó Maigualida Laya, hermana de otro detenido.
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