Varios presos presentan cuadros de desnutrición y mala alimentación debido a que sus familiares no cuentan con los recursos necesarios para ofrecerles una dieta balanceada
Pableysa Ostos/ UVL Bolívar
Tienen a sus parientes detenidos por delitos distintos. También están en centros de detención preventiva diferentes y hasta algunos en cárceles. A simple vista quizás no tengan mucho en común, pero al conversar con los familiares de presos en los CDP del estado Bolívar, las realidades son más parecidas de lo que se cree.
El vía crisis es constante y no esta excepto a la crisis que desde hace varios años se vive en el país. Ahora se le suma otra variable: la cuarentena; que ha traído consigo restricciones de circulación, la gasolina y mucho más. En varios de esos centros ya no hay la bulla de los días de visita, tras la suspensión de las mismas desde el anunció del gobierno nacional hace más de un mes, para prevenir la propagación del COVID-19 en Venezuela.
En algunos de esos tantos calabozos que hay en el estado Bolívar, sus paredes están llenas de Salmos, en el que predomina es el 91; “el que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso (…)”, tal y como sucede en el Centro de Coordinación Policial (CCP) Ramón Eduardo Vizcaíno, en San Félix al sur del país, que actualmente funge como sitio de reclusión de unas 95 mujeres.
Desde que inició la cuarentena sus familiares han reducido notablemente las idas al lugar, “cada 8 o 15 días, y eso en el caso de las que tienen sus familiares aquí en el estado. Porque las que son de otros, las familias muy poco vienen por el alto costo de las cosas, terminan haciendo transferencias alguno de nosotros para agregarles el mercadito”, comenta un familiar de una de las tantas mujeres que hay en el lugar.
Puntualizan que el trasladarse hasta el comando es otra situación complicada, “la distancia es larga en dado caso que vengas desde Puerto Ordaz, con la situación del combustible el costo del taxi o el transporte público se dispararon y todo eso debes cancelarlo en efectivo. Si usas taxi se te pueden ir hasta 600 mil bolívares y si te vienes en autobús hasta 15 mil bolívares-porque en muchos de los casos deben agarrar varias unidades de transporte para llegar a su destino-.
A eso se le suman, las limitaciones para circular. En el caso del estado Bolívar en los días de flexibilización de la cuarentena pueden hacerlo hasta las 5:00 de la tarde -hasta esa hora también trabaja el transporte público-, mientras que los días de cuarentena ‘estricta’ es hasta las 2:00 de la tarde”. La mujer que accedió a hablar bajo anonimato, señala que en la medida de lo posible les llevan comida “suficiente” para esos días, en vista de que no pueden hacerlo a diario. Ellas cuentan con una cocina eléctrica para hacer su comida.
Pero el menú tampoco es muy variado y es muy reducido. La familiar de otra detenida señaló que de desayuno y cena casi siempre comen lo mismo: domplina (una especie de pastelito sin relleno hecho de harina de trigo), arepa asada con mantequilla o sola, o acompañada de café. Mientras que el almuerzo, es una sopa de lentejas con salchichas. “Rara vez ven pollo o carne, porque realmente es muy costoso, un kilo de carne aquí va desde 660 mil hasta 900 mil y el kilo de pollo no baja de 400 mil. Y no te niego que a veces la mayoría de las cosas que les llevamos para que coman son de la caja CLAP, se divide para dejar en la casa y traerles algo”.
Las reclusas que no son del estado “son las que más pasan trabajo”, afirma una fuente ya que muchas veces depende de alguna transferencia bancaria o del apoyo de sus compañeras.
El panorama no es distinto
En el caso de los reclusos que están en las Delegaciones Municipales del Cuerpo de Investigaciones, Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), la situación no es muy distinta, solo que aquí los familiares ya deben llevar los alimentos preparados. “Venir varias veces al día es complicado, por eso muchos venimos una sola vez, con las dos o tres comidas que podamos traer”, asegura el papá de un joven detenido en la sede de San Félix desde hace más de 5 meses.
Afirma que trae lo poco o mucho que le pueda conseguir, pero comúnmente es arroz, yuca o pasta. La carne y el pollo también están ausentes en el plato, “uno va resolviendo en el día a día. No era como antes que uno hacía mercado por varias semanas. Ahorita uno agarra tres lochas y va comprando lo poquito que puede y lo que le alcanza”.
Suman que lastimosamente cuando algún familiar cae en una situación como esta, estar detenido, solo uno o dos integrantes parientes son los que siguen realizando el acompañamiento, “muchos te dan la espalda y bueno, uno tiene que seguir echando pa’lante con la comida, los abogados, pagando de donde no se tiene hasta para los trasladados”.
Los entrevistados coinciden que mensualmente entre transporte y alimentos gastas entre 3.000.000 y 5.000.000 bolívares, “pidiendo prestado, con lo poco que uno gana de su trabajo”.
Internado Judicial de Vista Hermosa
El hijo de la mujer que entrevistamos en Una Ventana a la Libertad, tiene más de 3 años detenido en el Internado Judicial de Vista Hermosa, en Ciudad Bolívar, confiesa que no puede muchas veces enviarle comida para toda la semana. Admite que le alcance algunas ocasiones solo para que él como 4 días y son sus otros compañeros lo que “lo rescatan para el resto de los días”.
Relata, que desde que inició la cuarentena se trasladan hasta un punto en Ciudad Guayana de cual sale un autobús en el que ellos(as) pueden enviar la encomienda de la comida hasta la cárcel. Éste les cobra entre 150 mil y 200 mil bolívares en efectivo. “Le envío lo poco que puedo, ejemplo: medio kilo de arroz, harina, medio de pasta, una que otras veces dos bisteck, o algún muslo como mucho. Su tética de azúcar, sal y aceite, cuando hay, porque cuando no tengo o no puedo no le envío nada de eso. Y bueno sobre todo lentejas, eso es lo que más le envío”.
“A veces uno no tiene ni para cancelar ese envío, como muchas veces me ha pasado a mí, pero bueno gracias a Dios entre todos nos apoyamos.
Señala que a veces algunos de esos alimentos que son enviados por los familiares hasta la cárcel, los privados de libertad se ven en la necesidad de venderla o trabajan con ella-vendiendo comida hecha-dentro del penal para poder cancelar la “causa” que es de 300 mil bolívares semanales, es decir, 1.200.000, mensuales-en efectivo-.
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