
Esposas y madres de internos, que están en las comisarías de la Policía Nacional ubicadas en El Valle y en Boleíta, relatan que son extorsionados por policías de ese cuerpo de seguridad
Angélica Lugo, Gran Caracas / UVL, 26/09/2018
El esposo de Ana Contreras (nombre ficticio) cumplió siete meses detenido en los calabozos de la Policía Nacional de Boleíta por el delito de robo. La mujer cuenta con preocupación que su pareja ha adquirido enfermedades infecto contagiosas en esa comisaría, que también es conocida como la antigua Zona 7 de la extinta Policía Metropolitana.
«Mi esposo tiene una especie de accesos en la piel. Son unas bolsas como de pus muy grandes, que además le ocasionan fiebre y malestar general (…) He logrado pasarle medicamentos, pero con visitas especiales por las cuales he tenido que pagar el precio que diga el funcionario que esté de turno», explica Contreras.
La esposa de este recluso denuncia que los funcionarios de la Policía Nacional le han cobrado hasta 150 soberanos para trasladarlo hasta una sede del CDI. «Mi esposo se ha visto muy grave también porque en la celda donde él está, que es subterránea, hay filtraciones. He tenido que comprarle dos colchonetas porque se le han dañado con el agua, por eso él me pidió que le lleve cajas de cartón para él poder dormir en el suelo», dice.
Un soberano por un abrazo
En la PNB de Boleíta cobran hasta por un abrazo. Ana Contreras dice que, mientras le cobran 6 bolívares soberanos por cada visita, debe cancelar un soberano para poder darle un abrazo a su esposo: «El trato que le dan a los privados de libertad en esa policía no es bueno. Los policías cobran hasta por trasladarlos a los tribunales».
Contreras también asegura que en esa policía los funcionarios han prohibido el ingreso de alimentos hasta por cuatro días: «Con los pocos ingresos que tengo, trato de ver qué le puedo llevar a mi esposo, pues no les permiten el ingreso de crema, jabón, ni galletas».
En la actualidad más de 800 presos están detenidos en los calabozos de la Policía Nacional de Boleíta, de acuerdo con cifras extraoficiales.
Familiares de detenidos en El Valle invierten dinero en sábanas y alimentos
El dolor de cabeza de las esposas y madres de personas que están detenidas en el único calabozo de hombres que hay en la sede de la Policía Nacional de El Valle es conseguir alimentos, pero también sábanas con frecuencia, pues los reclusos que están allí hacen trenzas con hasta tres sábanas para improvisar unas hamacas, que en ese submundo son conocidos como «aéreos».
Las madres de dos internos que están detenidos en esa policía desde hace seis meses por el delito de robo, denuncian que deben pagar entre 2 y 5 bolívares soberanos para poder visitar a sus parientes de lunes a jueves, pues los viernes las visitas en esa policía son gratuitas.
«Mi hijo está en una celda con más de 60 hombres y él me dice que se desespera porque están muy hacinados y no tienen ventilación. Me preocupa que le den ganas de quitarse la vida o de fugarse», manifiesta la mujer.
Estas sedes policiales son centros de detención preventiva que fueron diseñados para albergar a personas por un lapso de 48 horas, mientras son presentados en tribunales. Sin embargo, la realidad es que hay personas con condena que han cumplido hasta tres años presos en estos espacios transitorios que no tienen infraestructura carcelaria, ni cuentan con la logística para que los presos participen en actividades de reinserción.

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