Entre torturas, maltratos, sin agua y sin prevenir COVID-19 pasan cuarentena detenidos en Altos Mirandinos

Foto: Referencial - Cortesía

* El hacinamiento y las escasas medidas de higiene propician el contagio de enfermedades en estos centros. De detención preventiva ubicados en los municipios Carrizal Los Salias y Guaicaipuro del estado Miranda, donde las condiciones de los no son higiénicas ni adecuadas para la prevención del virus

Pola Del Giudice, UVL Miranda

Durante 90 días de cuarentena para evitar la propagación del COVID-19, solo una jornada desinfección se realizó en solo uno de los ocho calabozos de los centros de detención preventiva, ubicados en los Altos Mirandinos, donde está la capital del estado Miranda, que han limitado las medidas de prevención a solo el uso de tapabocas y guantes para los funcionarios que están en contacto con los privados de libertad.

En medio de la emergencia humanitaria como la venezolana, la población interna en los calabozos policiales sufre las consecuencias de la falta de políticas de Estado  para enfrentar la pandemia por COVID-19, que se ha limitado a únicamente suspender las visitas de familiares, lo que ha agravado aún más la condiciones de los reclusos.

En el mes de junio de 2020 no se registró ni una jornada medica preventiva en los centro de detención ubicados en la localidad altomirandina. Tampoco se realizaron limpiezas ni desinfección de los espacios, registrándose solo una en la Policía del Municipio Los Salias, durante el mes de marzo. Los presos no tiene tapabocas ni agua para cumplir con el lavado de manos, una de las principales estrategias de prevención del virus pandémico.

Ante toda la realidad carcelaria, los retardos procesales, las enfermedades infectocontagiosas que se contraen dentro, las fallas en servicios públicos se le sumó a las preocupaciones de los  familiares de los más de 500 detenidos en calabozos por el coronavirus.

Las condiciones de los centros de detención preventiva en la subregión mirandina no son las más higiénicas ni las más adecuadas para la prevención del COVID-19 y los parientes tampoco han recibido, hasta el momento, medidas de prevención.

Sin agua para bañarse

En los calabozos de la subregión mirandina no hay agua, debido al racionamiento constante de la empresa Hidrocapital en los sectores donde están ubicados los calabozos de la Policía del estado Miranda (Polimiranda), Policía del Municipio Guaicaipuro (Poliguaicaipuro), Policía del municipio Carrizal (Policarrizal) y Policía del municipio Los Salias (Polisalias), así como la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc ) y la Guardia Nacional;  todos ubicados en los tres distintos municipios de Altos Mirandinos.

A diario los familiares les deben llevar botellones de cinco litros de agua, siendo este el único permitido por las autoridades en estos calabozos. “Muchas veces los presos usan esos mismos envases parea sus necesidades y luego deben botarlos en la basura o los desagües. Eso es un foco de infección”, dijo Milena Márquez, quien tiene a su hermano detenido en  la comandancia general de la policía regional.  Todos los días las mujeres, quienes son las que mayormente visitan a los reclusos, deben conseguir entre dos o tres potes para llevarles.

“La semana pasada solo se pudo bañar dos veces, eso contribuye aun más a las enfermedades como sarna  que abunda en las celdas”, comentó.

En el comando de la Guardia Nacional de Puerta Morocha en el municipio Guaicaipuro los militares no permiten que se ingrese agua de la que llevan los familiares. Solo del dan acceso a una botella de cinco litros cada dos días.

Hacinados y con enfermedades

En los ocho calabozos que hay en esta localidad entre Los Teques, Carrizal y San Antonio de Los Altos hay alrededor de 500 detenidos en  celdas que tiene capacidad para menos del 30% de esa cifra.

Los detenidos están desnutridos, tienen problemas respiratorios y son uno de los puntos más frágiles, también padecen de enfermedades como sarna y parasitosis.

“Estamos asustados porque en enero habían dos internos con tuberculosis, y aún no han hecho jornadas de salud para determinar si hay más contagios”, dijo Josefa García, quien llevaba comida a su hijo a la comandancia general de Polimiranda. Desde el 16 de junio no ha visto a su hijo.

Maltratos y vejaciones

Asimismo, de acuerdo a denuncias de familiares, se conoció que en el comando de la Guardia Nacional del Destacamento 441, en Puerta Morocha, carretera Panamericana, un punto a ocho kilómetros de Los Teques, los detenidos han sido violentados, golpeados y se les ha torturado como bombas lacrimógenas.

“No nos han permitidos verlos, llevamos más de tres meses sin lograr saber de ellos”, dijo una de las mujeres familiares.

Explicaron que como pudieron los detenidos escribieron dentro de las tapas de los envases de comida lo que había ocurrido estos tres días. “El domingo y lunes los guardias les han echado bombas lacrimógenas dentro del calabozo”, relató la madre de uno de los detenidos, que por temor a represalia pidió se omitiera su identidad.

Indicaron que a los presos los tienen desnudos. Además les botaron a la basura sus ropa y demás pertenencias.

Sin acceso a medicina

Otra restricción que se ha registrado en lo comandos policiales es el ingreso de medicinas para las distintas patologías o dolencias de los internos. “Le traje un atamel, que me indicó un medico del CDI para que mi hijo pudiera calmar un terrible dolor de cabeza y fiebre que tenia”, dijo Vicenta Gámez, quien tiene a su hijo en el Cicpc de Los Teques.

Igual situación denunció Williams Aguado, hijo del medico Williams Aguado, detenido en el centro Nacional de Procesados Militares (Cenapromil), ubicado en el sector Ramo Verde de Los Teques desde enero de 2018, al indicar que a su padre no lo han trasladados a consultas medicas diagnostica de las 17 patologías que se evidenciaron en informes forenses.

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