Entre restricciones legales, reclusos del eje Guarenas-Guatire y Barlovento celebran la Navidad con sus familiares

En algunos casos, que no son la mayoría, se permite incluso el ingreso de bebidas alcohólicas, en cantidad limitada, para que los privados de libertad compartan entre ellos

Una Ventana a la libertad. Miranda

Un solo día al año, les es permitido a los privados de libertad compartir con sus familiares, no solo durante una o dos horas que es lo que dura la visita semanal, sino por un espacio más amplio en el que es permitido el ingreso de alimentos especiales de las fechas de Navidad y, en algunos casos, también es permitido el ingreso de niños, niñas y adolescentes.

Generalmente esta oportunidad se da durante los últimos días del año, en un compartir en espacios abiertos de los Centro de Detención Preventiva (CDP), en los que se les permite celebrar con más familiares de lo habitual en los días de visita semanal.

En la región Guarenas-Guatire y Barlovento se encuentran 18 CDP, de los cuales, 13 son monitoreados por Una Ventana a la Libertad. Familiares de los reos e incluso funcionarios policiales han informado que, en casi todos, se les permite hacer un compartir especial por las festividades de Navidad.

Aunque la metodología es diferente y, en ocasiones depende del director del organismo policial (que suele ser cambiado, en promedio, cada año y medio), los espacios abiertos de los CDP son habilitados para recibir a los hijos de los privados de libertad junto a madres, esposas y hermanas, entre otras personas.

“Mi hijo ya tiene dos años, va para su tercera Navidad preso en la Policía Municipal de Plaza, y en los dos años anteriores hemos ingresado con mi nieta (única hija del reo) y sus hermanos. Le traemos su hallaca, su pan de jamón y su ensalada, humildemente y compartimos. El disfruta de la niña que ya tiene seis años y que generalmente no ve, sino en fotos que yo le muestro los jueves que vengo a visitarlo”, explicó una madre que pidió mantener su identidad en reserva por la seguridad de su hijo.

Ella además detalló que no hay una fecha fija. “El primer año se hizo el 23 de diciembre y el año pasado lo hicieron el 22”, agregó.

En el caso de la Delegación Municipal Higuerote del CICPC, la situación es similar. Se les permite el ingreso de más familiares que en las visitas habituales, e incluso pueden ingresar niños, niñas y adolescentes.

Un familiar, identificado solo con su nombre, Pedro, reveló a Una Ventana a la Libertad que además del compartir navideño, los funcionarios del CDP les permiten el ingreso de botellas de licor, aunque en cantidades limitadas.

“Generalmente a uno le permiten un día llevarle su hallaca y estar con ellos, con los niños también, pero para el propio 24 yo le llevé el año pasado una botella de anís a mi hijo y se la pasaron sin problema. Para el 31 le llevé dos botellas, pero me devolvieron una, me dijeron que sólo le podían dar una y yo, en agradecimiento por el gesto les dejé a los funcionarios la otra botella. No me cobraron ni nada, fui yo el que se las dio. Esperemos que este año le pueda mandar su botella de anís otra vez”, aseguró Pedro, quien tiene un hijo recluido en este recinto desde hace año y medio, procesado por robo y que aún está esperando por el inicio del juicio.

Por su parte, un funcionario de la Policía del Estado Miranda, que por razones de seguridad laboral declaró con el resguardo de su identidad, indicó que es costumbre permitirles a los privados de libertad, un compartir navideño con sus familiares.

“A la larga ellos también son seres humanos y merecen pasar un rato con sus familiares y compartir ese abrazo de Navidad. Es una sola vez al año y se hace en el patio central, con estricta vigilancia de nosotros, pero se hace. De hecho, hace varios años, antes de la pandemia, trajimos colchones inflables, pintacaritas y atracciones para los hijos de los privados y fue una fiesta bonita y sana”, detalló el funcionario.

Abrazo familiar

En las policías municipales de Andrés Bello y Páez (San José de Barlovento y Río Chico, respectivamente), no se les hace un compartir como tal, pero en la última o penúltima visita del año, se permite el ingreso de niños, niñas y adolescentes, para que los privados de libertad puedan abrazar a sus hijos y compartir con ellos un rato.

“Mi hijo tiene casi dos años aquí y esta es la segunda Navidad que va a pasar preso. Le pido al Niño Jesús de regalo la libertad para mi muchacho. El año pasado nos dijeron una semana antes que podíamos traer a los niños de los que tienen hijos en la última visita del año, y así lo hicimos. Fue bien bonito porque esto estaba lleno de niños, de sonrisas y lágrimas de felicidad. Mi nieto vino con la mamá, mi otro hijo y yo. Mi hijo estaba feliz, los ojos le brillaban y eso es muy bonito. Asimismo hicieron en Polibello (Policía Municipal de San José), porque mi cuñada está en la misma situación que yo, con su hijo menor”, comentó una madre a quien también Una Ventana a la Libertad le resguardará su identidad, por seguridad de su hijo, privado de libertad.

Ese contacto con los familiares, y la oportunidad de compartir de manera especial con los hijos, en estas fechas navideñas, representan un aliciente para los privados de libertad, según explica José Augusto Guerrero, psicólogo.

El familiar es el vínculo entre el mundo exterior y el privado de libertad, por eso es muy importante mantener ese contacto físico que, además recarga las energías cuando es permiten ver a sus hijos que aún son niños. Eso les llena de esperanza, en medio de la desesperanza que puede representar verse en esa situación, y más aún en medio del retardo procesal que caracteriza al sistema judicial venezolano.

Sin celebración

De los 13 CDP monitoreados por Una Ventana a la Libertad, se constató que sólo en uno no se permite ningún tipo de celebración familiar por Navidad. Sólo se mantienen las visitas regulares de cada semana.

Se trata del Destacamento 444 de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), ubicado en Higuerote, municipio Brion del estado Miranda.

“Que yo sepa, nunca han hecho un compartir con familiares ni nada de eso. Mi hijo apenas tiene un año aquí, porque cayó justo empezando diciembre del año pasado. Pero no se hace nada especial. Solo las visitas regulares y ya. Aquí son inhumanos los guardias”, declaró en medio de rabia y dolor la madre de un reo, aún menor de edad, recluido en este CDP por robo.

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