Once presos de la comisaría Andrés Eloy Blanco de la Policía del estado Lara (Polilara) en Sanare, capital del municipio Andrés Eloy Blanco iniciaron una revuelta que terminó en huelga de sangre. Los privados de libertad realizaron esta acción de protesta exigiendo traslados a los centros de reclusión donde fueron enviados para cumplir sus penas.
La mañana del 13 de octubre, los presos le pidieron al oficial que los cuidaba que les permitiera ir al baño. El policía abrió la puerta de la celda que es bastante pequeña y, en un descuido, los reos lo secuestraron con la intención de escaparse, pero como no pudieron mantuvieron al policía casi tres horas en cautiverio.
Una fuente consultada comentó que el supuesto secuestro preparó el escenario para que los policías de la estación entraran en acción para sacar a su compañero de la celda. Hubo momentos de tensión pues, supuestamente, los policías trataron de meterse a la celda, pero los presos estaban muy rebeldes y entonces tuvieron que dispararles con perdigones para poder controlar la situación.
Los once privados comenzaron a autoflagelarse y aprovecharon para pedir los traslados a las cárceles. A las tres de la tarde los presos liberaron al policía y la calma regresó.
Fue en ese momento que casi 10 funcionarios sacaron a los presos heridos en una patrulla al Hospital José María Bengoa en Sanare, para que recibieran atención médica. Los policías no quisieron dar detalles de lo ocurrido y sólo expresaron que los presos se habían cortado. Sin embargo, en ese centro de salud los doctores que atendieron a los presos confirmaron que tenían heridas de perdigones y cortadas.
“¡Queremos que nos trasladen para las cárceles”!, decían los detenidos tras salir del Hospital con las piernas suturadas.
Se conoció que los detenidos viven en hacinamiento, pues la celda donde están, es un espacio para tres personas y en total hay once.
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