Mario Guillén/ UVL Nueva Esparta
La situación de los privados de libertad extranjeros en la isla de Margarita puede ser mucho más cruda, ruda y solitaria que la de los reos nacionales. Estar detenido en un Centro de Detención Preventiva (CDP) no es placentero para nadie, ya que las condiciones son deplorables y se está en riesgo de contagiarse de enfermedades como la tuberculosis o el COVID-19, pero al menos la mayoría de los presos tiene la suerte que una o dos veces a la semana los visite un familiar, ya sea la esposa, los hijos o la madre. Los foráneos no tienen a nadie.
Sobrevivir en los CDP, que son tan precarios e inhumanos, es mucho más complejo para los detenidos originarios de países como Colombia, Guyana, Trinidad, Brasil, Ecuador y hasta Alemania, ya que son muchas las barreras que deben superar.
El director de Seguridad Ciudadana de Nueva Esparta, Anthony Frontado, explicó que antes cuando Margarita era la Perla del Caribe, y movía mucho turismo internacional, caían presos trinitarios, holandeses y dominicanos por drogas, mientras que los colombianos eran apresados por prostitución.
Explicó que eso ha cambiado actualmente, pues ya no hay tanto movimiento turístico. En la actualidad los trinitarios y colombianos son los más recurrentes en los CDP, siendo la trata de personas el delito más común.
Frontado comentó que los apresados trinitarios buscan sacar a las mujeres engañadas diciéndoles que tendrán buenos trabajos de estilistas o de servicio en Trinidad para luego prostituirlas, mientras que los colombianos operan en el mismo delito pero en Venezuela, bien sea en Nueva Esparta o llevándolas a otro estado.
Estar en un proceso penal sin entender el idioma es bastante complicado, y este bache comunicacional puede endurecer la estancia en el CDP, ya que la comunicación no es fluida con los compañeros de celda, ni con los custodios.
María Rodríguez, quien compartió su celda con una brasileña en el CDP de Los Robles, comenta que el idioma es un problema para los presos, porque los calabozos son un ambiente hostil, donde los presos y los funcionarios no colaboran.
“Estuve con una brasileña, era una señora mayor que cayó por droga. Ella no hablaba nada de español y las funcionarias y las compañeras no le entendían o se hacían las desentendidas. Ella poco a poco fue haciéndose entender a través de señales y el idioma se parece bastante. Ella salió hablando perfecto español”.
Como un instinto de sobrevivencia los privados de libertad que no hablan español, logran comunicarse, expresar lo que quieren y en poco tiempo llegan a dominar el idioma que una vez les fue ajeno a ellos.
En el CDP de Pampatar, donde recientemente se registró una fuga, se encuentran cinco guyaneses que desconocían el español, pero luego de unos años encerrados en dicha base y conviviendo con venezolanos llegaron a dominarlo.
Durante el proceso judicial por ley el Tribunal debe asignarles un traductor, para que ellos puedan defenderse y entender todo el trámite legal que están llevando.
El abogado penalista Jorge Marín reseñó que en el Palacio Legislativo de Nueva Esparta se les consigue un traductor, pero relata que los presos extranjeros se hacen entender con señas, como un turista que va a otro país y quiere comprar algo de comer.
“El hacerse entender para ellos es de vida o muerte. Si no se pueden expresar su caso no avanza o lo hace más lentamente. Acá en la isla siempre se les asigna su traductor”.
Para el abogado el trato a los privados de libertad extranjeros no es diferente a los nacionales, en su experiencia estos son tratados con respeto, pero sufren por igual los retrasos, trabas y burocratismo del sistema judicial venezolano.
Asimismo, expresó que para que los procesos legales avancen es necesario que “le mojen las manos” a los funcionarios del Palacio de Justicia.
“Aquí el que no pague con dólares está jodido. Conozco casos de trinitarios y guyaneses que han tenido que pagar entre dos mil y 20 mil dólares. Mientras que hay otros que están completamente solos y se les asigna defensa pública, por supuesto esos casos son eternos”.
Marín relata que son los abogados quienes llegan a convertirse en el apoyo de los privados de libertad extranjeros, pues son ellos quienes les permiten tener comunicación con sus familias en sus países de origen, les llevan alimentos o les gestionan cualquier cosa que necesiten.
“Muchos no tienen ni un conocido en la Isla. En los CDP no dan comida, entonces somos nosotros los que hacemos que hablen con la familia afuera. Cuando ellos les envían dinero para pagar el servicio legal, también le mandan para la comida y lo que necesiten. Yo he tenido que apoyarlos en ese proceso. También me ha tocado localizar connacionales que los apoyen porque la mayoría de las veces los consulados no hacen nada”.
Esto lo reafirma una funcionaria del CDP de Los Robles, que prefiere no identificarse, ya que ha visto presas de varias nacionalidades y los consulados no hacen nada para apoyarlas.
“En el CDP de Los Robles tenemos dos extranjeras, una ecuatoriana por legitimación de capitales y una trinitaria por prostitución. Los consulados de sus países no las han apoyado en nada. Son los abogados quienes se mueven con todo”.
Aseveró que estas privadas sufren mucho porque están muy aisladas y no cuentan con ningún familiar cercano.
“La trinitaria consiguió que unos connacionales que están en Juan Griego les traigan comida. A veces le traen ‘roti’ (una especie de pan delgado que se puede rellenar) y ella se alegra porque es comida de su tierra. Pero casi siempre están solas y si no tienen visitas no salen de la celda, es una situación bastante deprimente la que viven ellas”.
La efectiva del Iapolebne manifestó que ha visto casos de brasileñas y dominicanas que no cuentan con nadie y si no es por el apoyo de las mismas privadas de libertad no tendrían nada que comer.
“Los presos sufren mucho, pero si son presos extranjeros sufren doble, porque ese proceso sin compañía de familias es mucho más rudo. Puedo decir que he visto mucho más deprimidas a las presas foráneas que a las de aquí”.
Comunicación al exterior
Es conocido que en los Centros de Detención Preventiva (CDP) son muchos los privados de libertad que tienen teléfonos celulares con conexión a internet, por lo que pueden comunicarse con sus allegados fuera del país por whatsapp u otra aplicación de mensajería instantánea.
Ramón Marcano, privado de libertad de Ciudad Cartón, relató que estuvo preso con un colombiano y él le prestaba el teléfono para poder escribirse con la esposa que estaba en Barranquilla.
“Nosotros nos apoyamos mucho y nada me cuesta apoyar al pana. Con eso podía decirles como estaba y ellos le informaban cuando le enviaban pesos. Hasta que pudo meter su telefonito y al tiempo salió”.
Asimismo, la funcionaria del Iapolebne cuenta que los abogados son quienes los ayudan a comunicarse con sus allegados afuera cuando no tienen otra vía.
“Cuando vienen a visitarlos ellos les prestan sus teléfonos para que se comuniquen, a veces pasan más tiempo en video llamada o llamadas con sus familiares que conversando con ellos. Ahora la tecnología ayuda en ese aspecto a los presos, antes era todo más difícil”.
Los privados de libertad extranjeros pagan una pena mucho más difícil de llevar al estar lejos de sus afectos, en muchos casos con un idioma diferente, teniendo que pagar mucho más dinero por su condición de foráneos, además en un país donde la corrupción y los abusos no perdonan a nadie.
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