VECINOS DEL RETÉN DE CABIMAS VIVEN EN DESIDIA

Desde hace más de 30 años, el Centro de Arrestos y Detenciones Preventivas COL, se encuentra localizado, en el sector La Misión, en el municipio Cabimas del estado Zulia. Este y el retén del Sur del Lago, en la región de Santa Bárbara, son los únicos retenes que albergan a la delincuencia en el estado.

La usencia de la Cárcel Nacional de Maracaibo, desde su clausura, en septiembre de 2013 y la intervención del retén El Marite, en abril de este año, ha sido el detonante para la crisis carcelaria en Zulia.

Desde entonces el hacinamiento en los centros de Coordinación Policial del Cuerpo de Policía Bolivariana del Estado Zulia (Cpbez), los calabozos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), la Guardia Nacional Bolivariana, las policías municipales y los retenes de Cabimas y Sur del lago se ha incrementado en un 300 por ciento, según fuentes policiales.

La situación del retén de Cabimas, actualmente es la más crítica. Según los zulianos esta se ha convertido en una réplica de la extinta cárcel de Sabaneta, donde los líderes negativos, como los llama la exministra de Asuntos Penitenciarios, Iris Varela, dominaban a los directivos y a los custodios.

Un recorrido de dos horas y media a las afueras del Centro de Arrestos, bastaron para que esta ONG, Una Ventana a La Libertad, constatara las múltiples denuncias que se reciben dentro y fuera de ella, sobre su sobrepoblación y sus mafias.

La estructura del retén cabimense es pequeña. Fue construida de forma rectangular similar a dos canchas de baloncesto para albergar máximo 150 privados de libertad y actualmente conviven dentro de ella más de mil 400 presos.

Por su lado izquierdo colinda con la estación de servicio “El Tache”, del lado derecho tiene cuatro comercios con sus santamarías abajo, porque no aguantaron las reyertas y el cobro de vacunas que constantemente los agobiaba. De resto todo el centro de reclusión está rodeado de casas lujosas.

Muchas de estas residencias cuentan con circuito de seguridad, cerco eléctrico, cámaras y hasta sensores con sirenas de alarma por la cercanía del retén. Las que más sufren son las que están en el frente, pasando la calle. Sus patios están a la orilla del lago y han sido escenarios de vías de fuga para los reos, al igual que las viviendas que miran hacia la carretera Lara-Zulia. Por allí también se escapan.

Fuera de regla

Los reclusos dominan el retén costanero. Estos caminan de un lado a otro, algunos sin franelas y otros con su franelilla blanca, jeans caídos a media nalga o short y su arma de fuego al pie del cañón. Las lucen en la cintura con “cocosettes” sobresaliendo o simplemente las sostienen en sus manos.

Todo se puede observar desde afuera. La fachada del retén es de ciclón y cualquiera que pase los nota campantes. Algunos, a veces, se sientan a conversar entre ellos o en la caceta policial que está en la entrada a echar chistes con los 10 oficiales del Cpbez que estén de guardia. “No hay reglas, solo convenios”, aseguran los vecinos.

Quienes cargan los fusiles R-15 como escudo, se encargan de cuidar las entradas que comunican a los pabellones A, B y C, ubicados en la planta baja, y las celdas de mujeres y expolicías en la planta alta de la estructura.

Los residentes temerosos contaron como los pranes y sus secuaces se suben al techo del retén, entre las 4:00 y las 5:00 de la tarde, a “pillar” los vehículos que se acerquen a surtir gasolina en la estación de servicio vecina. Estos no observan por gusto, analizan los carros, para luego saltarse el muro, de apenas tres metros de altura, que rodea el penal y someten a los conductores.

“Les roban todas sus pertenencias, los bajan del vehículo y se los llevan al sector Monte Pío para ‘enfriarlos’. Después, los mismos policías van y buscan a los presos en sus patrullas para regresarlos al retén”, reveló un hombre que por años trabajó en la estación El Tache y presenció estos actos “insólitos”.

Los reclusos además de orquestar sus fechorías desde el interior del penal, pagan “mucho dinero” para que les dejen ingresar a jovencitas de 18 años, incluso menores de edad, a que les sacien sus deseos sexuales a cambio de plata o “regalitos caros”.

Estructura en ruinas

El muro perimetral del retén de Cabimas es de bloques, cuando según expertos en el ámbito carcelario este debería tener al menos tres metros pero bajo tierra y seis de alto. No tienen cerco eléctrico, solo trozos de alambre de púas oxidados y desprendidos.

Las dos únicas torres de vigilancia están en la parte trasera, una en cada esquina, permanecen sin presencia policial. Los portones de ciclón de la entrada, tienen el pasador dañado y de manera improvisada los efectivos del Cpbez la cierran con sus “esposas” de hierro inoxidable. Desde ese frente se ven los ventanales abarrotados con ropa colgada y los aires acondicionados que los mismos “pranes” compraron para acondicionar sus celdas.

Las visitas se las permiten oficialmente los domingos y los miércoles de 8:00 de la mañana a 3:00 de la tarde. “Solo por estos días nosotros redoblamos la seguridad”, apuntó un policía quien bajo el anonimato explicó que para esas fechas sus turnos son largos. “Quienes trabajen en la noche y madrugada, no sueltan a las 8:00 a.m., como es costumbre sino siete horas más tarde”.

“Durante las visitas somos 20 funcionarios para más de mil reos. Muchos ven la parte mala de nosotros, que cobramos y eso, pero ajá, nos toca literalmente sobrevivir. Para el mes de marzo teníamos 1.231 hombres y 98 mujeres; 1.156 son procesados y 173 penados. No damos abasto”, apuntó.

Por la falta de una estructura adecuada y vigilancia, en los primeros 64 días del 2017, el retén de Cabimas registró un total de 43 reos fugados, de los cuales 30 siguen evadiendo a las autoridades. Por estos hechos 14 policías regionales fueron expulsados del recinto por complicidad interna.

Biagio Parisi, secretario de Seguridad y Orden Público del estado Zulia, encargado de los retenes y la policía regional reconoció al diario Versión Final estar de manos atadas, ante la situación nefasta en la que se encuentra sumergido el retén de Cabimas. Para ese entonces indicó que “en cuanto a las fugas y el descontrol de este retén no se puede hacer nada. Porque simplemente la solución es hacer otra penitenciaría, para mudar a los privados de libertad a un espacio donde sí se pueda poner orden”.

Ante estas declaraciones esta organización sin fines de lucro contactó a Parisi, y este sin más, reiteró lo dicho al diario Versión Final en marzo. “No hay solución. La única salida es cambiarlos a una estructura adecuada”. Señaló que el “hacinamiento es inminente y las enfermedades, como la tuberculosis y la escabiosis, cada día son más intensas, pero ante esa situación si se están tomando cartas en el asunto, llevando programas de salud, para que atiendan a los privados”.

Denuncias

Más de 10 familiares de privados de libertad denunciaron maltrato dentro del retén de Cabimas. Sin miedo cuentan como cada semana deben pagar mínimo 3.000 bolívares, para que les permitan pasar comida y les ofrezcan seguridad a sus parientes.

“Si no les pagamos a los pranes a veces hasta los mismos funcionarios los golpean”, asegura una madre, que llora por la estadía de su hijo en el pabellón A desde hace meses por cometer el “error” de robar.

Por su parte representantes de la Defensa Pública de Cabimas revelaron que a los internos “nunca los llevan a Tribunales. Las audiencias casi siempre son diferidas porque o no hay patrullas para trasladarlos o simplemente no tienen la plata que exigen los oficiales por su traslado”.

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