Del caos a la reinserción: Así es la rutina en el único calabozo policial de mujeres en Caracas

Fotos: Angélica Lugo

Angélica Lugo, UVL 

Del caos a la reinserción. Esta frase es, quizá, la más acertada para describir el cambio que ha tenido en los últimos meses el centro de detención preventiva de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) de El Valle.

Hace un semestre en esta comisaría más de 100 hombres estaban hacinados en una celda y, a pocos metros, otras 100 mujeres estaban distribuidas en dos celdas: en la de “Las Fresas”, donde por lo general estaban las internas de buena conducta y encargadas de cocinar, y en la “King Kong”, esta última era la más hacinada y oscura. 

Desde que Una Ventana a la Libertad inició el proyecto de monitoreo en los centros de detención preventiva en Caracas, en agosto de 2016, este CDP fue incluido en el estudio. Durante esos años se registraron fugas, intentos de fuga, muertes y se conocieron casos de reclusas embarazadas que, al igual que el resto de la población, estaban hacinadas y en condiciones infrahumanas. 

La transición 

Desde finales de diciembre de 2020 los funcionarios a cargo de este calabozo policial unieron esfuerzos para mejorar las condiciones de reclusión y, como era el centro de detención de la Policía Nacional Bolivariana que albergaba a más población femenina en Caracas, iniciaron las gestiones para convertir el espacio en un centro de reclusión solo para mujeres. Y lo lograron. 

Para concretar el plan, la población masculina fue trasladada a los calabozos de la PNB de Boleíta, también conocidos como la antigua Zona 7 de la extinta Policía Metropolitana, al CDP de la PNB de San Agustín del Sur y a la PNB de La Yaguara. Con el desalojo de los internos, en el CDP ganaron una celda para  distribuir a las privadas de libertad. En la actualidad 63 mujeres están distribuidas en tres celdas, de acuerdo al estatus de su proceso judicial. 

“Anteriormente eso era un dolor de cabeza porque los reclusos se nos escapaban para la celda de las mujeres cuando había visita (…) Lo único bueno que nos dejaron los masculinos es que hicieron un trabajo para que entrara agua de la calle al calabozo y ahora aquí hay agua siempre”, manifestó un funcionario que conversó con UVL. 

La nueva cara 

Aunque anteriormente la población reclusa de este calabozo policial estaba ociosa las 24 horas al día en sus celdas, en la actualidad en esta comisaría hay una “rutina carcelaria” que, incluso, está escrita en un cronograma de actividades: las internas hacen labores de aseo, tienen horarios para comer, hacen manualidades, elaboran jabones y geles antibacteriales, cantan el himno nacional, ven clases de religión, tienen clases de repostería para preparar panes y dulces y usan uniforme rosado.

La PNB de El Valle ya no huele mal. Y tampoco está a oscuras. Se siente siente el ambiente de “camaradería” entre las internas que, durante el día, están ocupadas por fuera de sus celdas en las actividades que tienen pautadas.

Una fuente policial explicó que el objetivo es lograr que esta población sea reinsertada a la sociedad: “Aquí la mayoría de las mujeres está detenida por drogas. Algunas son inocentes, otras cómplices y otras simplemente están aquí por ser novia de un malandro. Pero nosotros queremos rescatarlas. Aquí hay mujeres que vienen de la Cota 905, del Guarataro y de otros sectores populares”. 

Una visita que Una Ventana a la Libertad hizo a este calabozo coincidió con una inspección que hacían funcionarios del Ministerio de Servicio Penitenciario en el centro de detención preventiva.

UVL confirmó que algunas mujeres que han salido en libertad se han incorporado a labores sociales que coordina una iglesia evangélica que visita ese CDP para darles clases de religión y de canto a las internas. 

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