Con “trastes” de verduras alimentan presos de la GNB en Lara

Debido a lo caro o escasa que está la harina precocida y carnes, familiares de reos compran hortalizas casi “desechables” para completar alimentación de privados de libertad en el Desur de Barquisimeto

“Yo mantengo a mi muchacho a punta de yuca, papas y granos; los vegetales que consigo no los compro en ferias ni en abastos. Yo cuadro con los dueños de las verdureras para que me vendan lo que no sacan para los estantes porque no están buenos y eso es más barato”.

Así explicó Yarelys Peña, madre de un detenido en el Destacamento de Seguridad Urbana (Desur) de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) de Barquisimeto, estado Lara, las maromas que realiza para llevarle comida diaria a su hijo. La señora detalló que recorre diferentes ventas de verduras de la entidad pidiéndole a los encargados o dueños que le vendan “los trastes” de vegetales para completar la alimentación del reo.

Cuando Peña explica, sin medias tintas, que son “trastes” aclara que se trata de pedazos de yuca mal cortados y sucios, papas que no están en las mejores condiciones, plátanos en su fase más avanzada de maduración, tomates medio podridos o zanahorias no tan anaranjadas. “Muchas de esas verduras están buenas y las venden más baratas. Lo que hago es cocinar las partes que están buenas y así le resuelvo la comida y se la traigo al hijo mío”, soltó la mujer que tenía en sus manos una bolsa plástica grande transparente con al menos 6 envases de alimentos preparados.

Así como Yarelys otras esposas, hermanas y madres de los privados de libertad de este Comando que se ubican en la avenida Morán de Barquisimeto explican que todos los reos (alrededor de 135 que se encuentran allí) han perdido peso debido a los “difícil” que está la escasez de alimentos y lo costosa que la ofrecen muchos revendedores.

La señora Yarelys expresa que ahorra algo de dinero comprando las verduras de esta forma, pues comprar productos como harina, pasta, arroz o carnes es muy difícil para esta mujer que es obrera de educación jubilada y tiene una pequeña bodega en el barrio donde vive que es el 23 de Enero al sureste de la entidad crepuscular.

La mujer estima que semanal gasta entre 150 mil y 200 mil bolívares para llevarle almuerzos y cenas a su muchacho de 25 años detenido, presuntamente, por andar con otros dos hombres que estaban solicitados por un tribunal tras cometer el delito de robo de vehículo. “Uno gasta mucha plata comprando harina precocida en los bachaqueros porque una vez le traje arepas de maíz pilado y al otro día estaban malas y así no sirve. Él desayuna pocas veces, pero siempre almuerza y cena”, relató.

Otra madre de reo que acompañaba a Yarelys, y que no quiso identificarse, explicó que platos basados en muchos tubérculos (papas, yucas, zanahorias sancochadas), arepa, plátano acompañados con cualquier tipo de grano (caraotas, arvejas, quinchonchos) y “algo” de proteínas como carne molida, mechada, hígado, chinchurrias o “chupetas” de pollo es lo que les resuelven a los muchachos. Otros alimentos como frutas, dulces, arroz o pasta son muy pocos enviados o casi no les preparan por sus altos precios o porque no los consiguen con facilidad.

“Aquí en el ‘Comando’ (como también le conocen al destacamento) uno puede venir un día y dejarle comida al familiar para dos o tres días. Sólo permiten (los funcionarios de la GNB) envases tapados de plásticos. Nada de cubiertos de metal ni otras cosa de vidrio, puro plástico. Deben entregarse en bolsas plásticas transparentes y con el nombre completo del preso escrito en la bolsa” enumera parte de las normas que deben cumplir para poder ingresar comida.

Con respecto a los líquidos como el agua y jugo también tienen que ser en envases no mayores de 5 litros y preferiblemente transparentes. “Muchas mujeres traen agua potable y otras no porque aquí les dan agua a los presos de una tubería que hay en los baños o en un patio. Y traer jugo con el precio actual de la azúcar (que ronda entre Bs. 20 mil y 30 mil) es casi imposible” acotó  Zulveidy Castillo a la hora de explicar otra regulación del ingreso de los alimentos.

Varias parientes consultadas declararon que el promedio de peso que han perdido los reos está entre 3 a 8 kilos, pero que ninguno ha padecido alguna enfermedad por esto. Acusan que las afecciones que si presentan los presidiarios se basan en la poca higiene en la que se encuentran. “Tienen mucha sarna, manchas en las piel porque hay hacinamiento” señaló Castillo.

El gasto no es sólo en dinero

El Destacamento de Seguridad Urbana (Desur)  de la GNB se ubica en una de las arterias viales más transcurridas por vehículos en Barquisimeto. Pocos son los transeúntes que andan por allí, entonces un espacio adecuado para la espera y posterior entrega de la comida no existe. Los familiares, en su mayoría mujeres, esperan sentadas en el piso de una acera frente a la entrada del “comando” desde las 6 de la mañana de cualquier día para entregar los “potes” llenos de alimentos.

Algunas caminan desde la avenida Vargas ubicada a un kilómetro y medio del Destacamento. Otras llegan en mototaxis o en carros particulares. Aproximadamente aguardan unas tres o cuatro horas para poder hacer entrega de las bolsas que llevan. Muchas acuden diariamente; otra van cada dos o tres días o los fines de semana.

Las últimas semanas de septiembre y principios de octubre, parientes han manifestado quejas con respecto al trato recibido por parte de los castrenses pues hay restricciones “absurdas” que violan los derechos humanos de los privados de libertad, pues retrasan “el pase de comida” por revisiones especiales o porque “los funcionarios son apliques” como denunciaron el lunes 9 de octubre de 2017.

“Ya estamos cansados de esto, no puede ser que la comida la pasen cuando a ellos les da la gana. Se les tienen que respetar sus derechos humanos”, reveló una de las familiares que no quiso aportar su nombre.

En el “comando” existe la particularidad que los envases de plásticos que son entregados a los presos, luego son devueltos a los familiares los días miércoles, pero las mujeres colocan denuncias al respecto.

“Los militares a veces no pierden tiempo para botar a la basura los potes en los que metemos las comidas y uno pierde dinero. Los miércoles nos entregan los envases que hemos pasado en toda la semana, y es muy raro cuando vemos que están completos porque nos los botan”, alegó la esposa de un preso.

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