Inspirados en la celebración del Día Internacional de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre de 1997, nace Una Ventana a la Libertad, primera organización no gubernamental venezolana que se estableció en el país para trabajar de manera exclusiva en la defensa, investigación y promoción de los derechos humanos de las personas que se encuentran privadas de libertad.
Una Ventana a la Libertad se gesta en un momento en que la opinión pública venezolana vivía consternación por la violación continua de los derechos más elementales de los reclusos, por hacinamiento, indolencia e intereses oscuros, producto de la falta de una política penitenciaria coherente. El 9 de febrero de 1996, el papa Juan Pablo II, en su visita a Caracas, reclamó para los presos: “Condiciones de vida más acorde con la dignidad humana” y “que se favorezca la reeducación y formación de los detenidos”.
En el mes de octubre de ese mismo año, la violencia penitenciaria volvió a sonar sus alarmas con la masacre de La Planta, donde murieron 27 internos calcinados a mano de sus custodios. En 1996, los defectos del sistema penitenciario venezolano atrajeron la atención internacional. Delegaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, del Parlamento Europeo, Human Rights Watch y Amnistía Internacional visitaron Venezuela e instaron al Ejecutivo a que instituyera reformas. Todo ello llevó al gobierno, presidido por Rafael Caldera, a hacer implosión, en marzo de 1997, del Retén de Catia, símbolo del deficiente sistema penitenciario de finales del siglo XX venezolano, con el propósito, al menos se creía en ese momento, de darle inicio a un proceso de humanización de los recintos carcelarios.
El equipo impulsor de UVAL estuvo integrado por Carlos Nieto P., Carol Carrero, Aída Martínez, Livia Montes, el padre Roberto Martialay S.J, entre muchos otros grandes amigos. Ese 10 de diciembre de 1997 por consenso más de 30 organizaciones asignaron a Carlos Alberto Palma como el Coordinador General de la naciente Organización. Con el apoyo y la asesoría constante del padre del penitenciarismo venezolano Elio Gómez Grillo, y motivados por la urgente necesidad de presionar para acelerar el proceso de reforma en los centros penitenciarios el equipo de voluntarios de UVL motorizó foros, talleres dentro y fuera de las cárceles del país, que ofrecieran estrategias y propuestas innovadoras para la transformación de los recintos penitenciarios.
Una Ventana a la Libertad se engendró con la convocatoria a pensar en la reforma judicial que deseábamos para que se viera reflejada dentro de los recintos carcelarios, en Jornadas de reflexión y Compromiso tituladas ¿Hacia dónde van nuestras cárceles?. Esos encuentros se realizaron en el Parque del Oeste, en sus mesas de concreto, con fotocopias donadas. Allí tanto a los grandes y reconocidos intelectuales, funcionarios públicos como a cualquier ex recluso o estudiante universitario se le pedía que llevara su bolígrafo y su hoja de papel…
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