
Angélica Lugo, UVL / Caracas
Para Eva la cuarentena ha sido menos llevadera y no precisamente por tener más de tres meses sin ver a su esposo que está detenido en los calabozos de la Policía Nacional ubicados en Boleíta. Desde abril sufre por saber que la salud de su pareja se ha deteriorado progresivamente.
«Ha bajado de peso, ha perdido la movilidad en las piernas, ha presentado fiebre y ha vomitado sangre», cuenta a Una Ventana a la Libertad la mujer que a mediados de junio de 2020 inició el «ruleteo» para buscar medicamentos para su esposo.
18 de junio
Ese día logró que uno de los funcionarios de guardia en ese centro de detención preventiva, también conocido como la antigua Zona 7 de la extinta Policía Metropolitana, le permitiera llevar a su esposo al Distrito Sanitario 3, ubicado en San Martín, para que le hicieran la prueba del esputo para descartar si tiene tuberculosis o no. Para lograrlo, tuvo que brindarle un desayuno al policía.
23 de junio
La mujer recibió el resultado de la prueba del esputo que le hicieron a su esposo. El examen confirmó que su pareja tiene tuberculosis.
Ese 23 de junio en el Distrito Sanitario ubicado en San Martín la remitieron al Distrito Sanitario 7, ubicado en La California, para que buscara el tratamiento para su esposo. Pero, al llegar a esa dependencia, le dijeron que pasara en dos semanas a retirar los medicamentos. Pero la mujer no quedó satisfecha. Sabe que la salud de su esposo no puede esperar.
Ese mismo día también fue al Hospital Vargas a pedir ayuda en el área de Infectología. Pero allí le explicaron que no tenían medicamentos y que, de acuerdo a la zona en la que está detenido su esposo, el Distrito Sanitario 7 es el encargado de darle los medicamentos para el tratamiento de tuberculosis que requiere su esposo.
30 de junio
Eva volvió a ir al Hospital Vargas. No recibió ayuda.
También regresó al Distrito Sanitario 7, ubicado en La California. Aunque estuvo más de medio día esperando a la doctora, que supuestamente la atendería para canalizar el donativo de medicamentos para la tuberculosis, nunca fue atendida.
Eva a enfrentado obstáculos para movilizarse a San Martín, el centro de Caracas, La California y Boleíta durante semanas en la que la cuarentena ha sido radicalizada por el Ejecutivo para evitar la propagación del Coronavirus. Hasta los momentos, los esfuerzos de la mujer han sido en vano.
Eva teme que su esposo pase a formar parte de las estadísticas de los reclusos que, con frecuencia, mueren en la PNB de Boleíta por tuberculosis.
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