Angélica Lugo, UVL / Caracas
La entrega de alimentos y artículos de aseo personal el sábado 10 de octubre fue diferente en las afueras de la Policía Nacional de San Agustín. El ambiente era de fiesta y alegría. Varias mujeres celebraban que sus parientes recibieron la libertad.
Aunque no hay cifras oficiales que permitan determinar cuántas libertades fueron otorgadas ese día, Una Ventana a la Libertad confirmó que un recluso que tenía tuberculosis recibió una medida humanitaria de casa por cárcel.
UVL pudo hablar con uno de los ex internos que, después de cuatro meses y medio de haber estado detenido por presunta estafa, recibió libertad plena.
Esa felicidad que se percibía en las fuerzas de ese centro de detención preventiva estuvo antecedido de un ritual carcelario que hacen los reclusos para celebrar las libertades: los detenidos suenan las rejas y el techo, aplauden y elevan oraciones a Dios para agradecer la libertad. En ese submundo penitenciario a ese ritual le dicen: “pegar un Guey”.
“No fue fácil todo lo que viví allí adentro. Yo estaba preso con la condición de fiador, porque me intentaron involucrar en una estafa de bachaqueo que se hizo por Facebook. Pero afortunadamente mi caso se pudo resolver porque mi fiador pagó (…) No tengo idea de cuántos han salido libres, pero en mi celda, junto conmigo, salimos seis libres y antes de nosotros escuchamos que pegaron varios Guey, entonces deben ser muchos más los que han recibido la libertad”, relató a UVL el ex recluso.
Familiares ven como positivo este tipo de medidas luego de meses de paralización del sistema de justicia en Venezuela.
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