
Angélica Lugo, UVL Gran Caracas
Dos presos murieron en los calabozos de la Policía Nacional Bolivariana que están ubicados en San Agustín del Sur, en Caracas, durante el mega apagón que afectó a todas las regiones de Venezuela. Las dos muertes se registraron en un lapso de 72 horas.
El primer recluso que murió fue Jesús Alberto Méndez Martínez, de 20 años de edad. Aunque el interno falleció el viernes 8 de marzo, su cadáver fue ingresado en la morgue de Bello Monte el sábado en la madrugada. Su traslado se demoró debido al corte en el suministro eléctrico.
Aunque Méndez fue asesinado, se desconoce si el preso fue ultimado por sus compañeros de celda o por funcionarios policiales. Sin embargo, fuentes extraoficiales refirieron que el difunto tenía una contusión en el rostro y marcas en las muñecas, pues se presume que estuvo esposado. Un patólogo explicó que, aunque el recluso fue ingresado como causa de muerte por investigar se determinó que fue golpeado y colgado de los brazos por un tiempo prolongado, por lo que no descartan que policías de la PNB estén implicados en el crimen.
Hasta los momentos se desconoce la causa por la que Jesús Méndez estaba privado de libertad en la comisaría de la PNB ubicada en San Agustín del Sur.
Otro recluso muerto por tuberculosis
Amanda Pérez conoció este jueves 14 de marzo que su hijo Daniel Pérez, de 19 años de edad, murió el lunes 11 de marzo por tuberculosis e insuficiencia respiratoria en la sede de la Policía Nacional de San Agustín del Sur.
Pérez fue apresado el 17 de abril de 2018 por estar implicado en el robo de un celular. Desde que fue aprehendido estuvo preso en los calabozos de la Policía Nacional Bolivariana ubicados en la antigua Zona 7 de la extinta Policía Metropolitana, en Boleíta.
Su madre relató que en ese centro de detención preventiva tuvo complicaciones de salud: «En la PNB de Boleíta estaba amarillo, vomitaba sangre y siempre estaba enfermo (…) El 20 de febrero de este 2019 fue trasladado a los calabozos de la PNB en San Agustín del Sur y, aunque allí llegó a tener mejor semblante, nunca tuvo buenas condiciones de reclusión.
Amanda Pérez cuenta que a su hijo lo tenían en un pasillo aislado del resto de la población junto con otros presos que tienen tuberculosis: “Tienen que revisar esos calabozos. Hay mucha gente enferma. Esos policías no tienen corazón. No es posible que nunca me dejaron sacar a mi hijo allí, porque no me daban un informe médico y así pedir una medida humanitaria”.
La madre del recluso muerto por tuberculosis denunció que tanto en la sede de la Policía Nacional de Boleíta como en la de San Agustín del Sur le cobraban por ingresar alimentos para su hijo y para ingresar a visitarlo. Por las visitas de 15 minutos le cobraban 300 bolívares y por el ingreso de alimentos los funcionarios le solicitaban una “colaboración” de 20 bolívares en efectivo.
El día en que el hijo de Amanda murió la mujer no pudo visitarlo en la comisaría de la Policía Nacional pues, debido al apagón, no pudo retirar dinero en efectivo para cancelar los 300 bolívares que los funcionarios le cobraban para la visita de 15 minutos.
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