
Angélica Lugo, UVL / Caracas
Eva Franco asumió una lucha titánica desde el 23 de junio. Ese día le confirmaron que su esposo, que es uno de los más de mil internos que está detenido en los calabozos de la Policía Nacional, ubicados en Boleíta, tiene tuberculosis.
Desde ese día ha pedido apoyo en Sanidad para que le donen medicamentos para el tratamiento que su esposo requiere pero, después de dos semanas de trámites, logró que le dieran medicinas solo para una semana.
La mujer asegura que la salud de su esposo se ha deteriorado de manera progresiva desde abril. Ha perdido la movilidad en sus piernas, vomita sangre, tiene fiebre y dificultades para respirar.
«La única vez que lo atendieron en el Hospital Domingo Luciani, en El Llanito, me dijeron que tiene los pulmones llenos de flema. Pero esta segunda semana de junio lo sacamos de emergencia al hospital y no lo aceptaron porque no tienen medicamentos. Tengo que seguir en la lucha para conseguir su tratamiento, porque le duró hasta el jueves 9 de julio», manifestó la mujer a Una Ventana a la Libertad.
Eva teme que su esposo sea parte de las estadísticas de los reclusos que mueren en ese centro de detención preventiva por tuberculosis. Aunque la mujer ha intentado que su esposo sea atendido en otros hospitales, como el Hospital Vargas y El Algodonal, en todos los centros asistenciales le han dicho que no lo pueden recibir.
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