Equipo UVL Caracas
Diversas son las irregularidades que los familiares denuncian continuamente en los calabozos de la Policía Nacional de Boleíta. Pero durante la pandemia el pago en divisas para visitas “bajo cuerda”, traslados a tribunales y acceso a medicamentos, especialmente para la población que tiene tuberculosis, se agudizó.
La tuberculosis es la enfermedad más común en los reclusos de este CDP, también conocido como la antigua Zona 7 de la extinta Policía Metropolitana. Aparentemente el mercado negro de este tipo de medicamentos en este CDP se debe a que algunos de los privados de libertad que tienen tuberculosis, y que reciben el tratamiento por parte del Estado, han comenzado a venderla a la misma población reclusa.
Una fuente consultada por Una Ventana a la Libertad relató que una de las nuevas normativas en este calabozo es tomarse los medicamentos frente al personal de salud que visita el CDP.
“Ahora hacen que se tomen las pastillas en presencia del personal de salud para evitar que el medicamento sea comercializado. A pesar de estar enfermos, algunos reclusos venden su tratamiento porque tienen vicios y no les importa su salud. Si necesitan comprar algo, venden las pastillas un poquito más económicas que en la calle y así pueden costear sus gastos. Un preso pagó 45 pastillas por 20$, mientras que en la farmacia el precio es de 4 ó 5$ por cada pastilla”, explicó a UVL la mujer.
La esposa de uno de los reclusos que tiene tuberculosis desde el inicio de la pandemia, dijo a Una Ventana a la Libertad que en la primera fase de la enfermedad, por lo general, las personas deben tomar las pastillas de Rifampicina de 300 mg de lunes a viernes, mientras que la segunda fase son tres tomas semanales de la pastilla para completar el tratamiento. Sin embargo, la segunda fase es más costosa, pues en cada toma los pacientes con tuberculosis deberían consumir 600 miligramos del medicamento y, como consiguen en las pastilla de 300 miligramos, deben comprar dos por cada toma.
La mujer explicó que un familiar que quiere garantizar que su pariente cumpla con el tratamiento de la segunda fase contra la tuberculosis debe contar con al menos 30$ semanales, pues además de la Rifampicina, los pacientes deben consumir otras pastillas como, por ejemplo, Isoniacida de 300 miligramos. Pero, según las denuncias que frecuentemente realizan madres y esposas de esta población penitenciaria, las medicinas no siempre le llegan a los internos: “Les entregan los tratamientos mochos, y en algunos casos, los funcionarios se quedan con parte de las medicinas”.
Familiares de privados de libertad con tuberculosis explicaron a Una Ventana a la Libertad que desde hace tres semanas hay presencia en este centro de personal de salud, quienes visitan el CDP los martes y viernes. “Hay unos doctores de derechos humanos, pero hasta donde tengo entendido ellos les hacen la prueba de esputo y prueba de orina a los presos y después llaman a los familiares y les cobran de 10 a 15$ por las pruebas realizadas, todo es un chanchullo”, aseguró una de las mujeres.
Según las versiones de estas mujeres, el personal médico cuenta con un vehículo para los traslados a los centros de salud. Supuestamente por este tipo de traslado, los médicos cobran 20$.
Familiares hacen llamado a la autoridades superiores para que giren su mirada a la Zona 7 de Boleíta y solicitan se corte el espiral de corrupción que, aseguran,hay en este CDP.
La Policía Nacional Bolivariana de Boleita es el calabozo policial, ubicado en el Área Metropolitana de Caracas, que tiene más hacinamiento. Estas instalaciones cuentan con un espacio para albergar a 250 personas por un lapso de 48 horas. Sin embargo, UVL ha confirmado que la población interna en este centro de detención preventiva supera a los 1150 reclusos, lo que representa un hacinamiento del 460%.
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