El retardo procesal y el hacinamiento en calabozos de la policía municipal de Sotillo comienzan a causar estragos en condiciones de salud de los reclusos
Giovanna Pellicani.- Equipo UVL Anzoátegui
Puerto La Cruz.- Más de cinco años a la espera de una sentencia firme o la orden de un Tribunal para sus traslados a otros centros de reclusión, tienen cuatro privados de libertad que se encuentran en los calabozos de Polisotillo, ubicado en el sector Chuparín de Puerto La Cruz, estado Anzoátegui.
Y es que sus familiares ya perdieron la cuenta de la cantidad de protestas que han realizado para exigir el debido proceso en el Centro de Detención Preventivo (CDP), donde los reclusos han tenido que ingeniárselas para sobrevivir a las precarias condiciones que existen dentro de las cinco celdas del cuerpo de seguridad.
Mientras sus voces son ignoradas la vida de cada uno de ellos se va apagando, sin importar el esfuerzo que realizan sus madres para mantenerlos en pie. Ellas han querido mantener sus nombres en reserva por temor a represalias en contra de estos jóvenes, a quienes no han podido ver desde mediados de marzo, fecha en la que ya tenían cuadros de desnutrición agudos.
Uno de ellos presenta un cuadro de desnutrición severo y necesita recibir tratamiento para la tuberculosis, y la última vez que su madre lo vio estaba siendo trasladado a un centro asistencial con rastros de sangre en la boca y la nariz, desde entonces el ama de casa batalla a diario en el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) para obtener vitaminas y el tratamiento que necesita una vez por semana.
Son más de 317 privados que conviven en un espacio diseñado para 50 reclusos, población que sigue en ascenso ante la mirada silente de las autoridades judiciales y penitenciarias en Anzoátegui. Allí también pernoctan 13 mujeres en un espacio que ellas mismas habilitaron, pero al cual han podido entrara otros reclusos.
Algunos familiares de los internos acuden a diario al cuerpo de seguridad a las 7:00 de la mañana para llevar alimentos a sus parientes, pero deben esperar más de seis horas para vigilar la entrega de dichos alimentos. Quienes no reciben alimentos a diario deben elegir en pagar a otros una vacuna por los restos de sus alimentos o morirse poco a poco de hambre.
Quienes frecuentan a diario el cuerpo de seguridad aseguran que en lo que va de 2020 han fallecido cinco privados por tuberculosis y desnutrición, además denuncian que en las celdas de Polisotillo existen reclusos con paludismo, dengue, afecciones respiratorias y cuadros febriles, pero hasta ahora ni una jornada de desinfección se ha apiadado de las condiciones de éstos privados.
Parientes de estos privados creen que han quedado olvidados y ya no creen en las promesas que les hacen cada mes por supuestas atenciones médicas para quienes presentan cuadros críticos de salud y que hasta ahora no han sido trasladados a ningún centro asistencial.
Fotos: Giovanna Pellicani: Foto 1: Familiares de privados pasan hasta seis horas en la entrada del cuerpo de seguridad para entregar alimentos a sus parientes
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