Falcón: Reo murió por presunta sobredosis de drogas en Coro

2. En libertad se tomó está foto en 2017

Eva Riera, UVL – Falcón

Esposado a una reja y tirado en el piso hablando incoherencias, transcurrieron las últimas dos semanas de Roberts Gregorio Castillo Chiquito, quien cumplía condena de cuatro años y seis meses por tráfico de estupefacientes en la comandancia de Polifalcón, en Coro.
Allí llegó en marzo de 2017 luego de un allanamiento practicado a su vivienda del sector Cástulo Mármol Ferrer, al nororiente de la capital falconiana, donde habrían encontrado droga y objetos robados. El miércoles 5 de septiembre en la madrugada un segundo infarto terminó con sus sufrimientos en la emergencia del hospital universitario de Coro producto de una presunta sobredosis de drogas. Pero sus familiares dudan y desean que se abra una investigación para establecer por qué su salud se deterioró tan rápidamente.
El día de su muerte, era la tercera oportunidad en los últimos días que intentaban ingresarlo al centro asistencial debido a su deteriorada salud. Las autoridades del centro de detención preventiva lo trasladaban, pero lo devolvían de la puerta de la emergencia con el argumento de que no había ni suero fisiológico.
Esta vez, según cuenta su prima Duglimar Castillo, permitieron el ingreso porque iba en grave estado debido a un supuesto paro cardíaco. Pero lo atendieron en el piso. El trato de los médicos no fue el mejor. Su tía, Marbella Castillo tuvo que buscar una cama que estaba en un rincón al final de un pasillo. Estaba sin colchón, pero a fin de cuentas era mejor que el suelo donde minutos antes uno de los galenos había “pateado” el suero con el que intentaban reanimarlo.
Con suerte, los parientes consiguieron cuatro botellas más de solución fisiológica, pero al terminarse y no contar con más dinero las horas de vida de Roberts se fueron extinguiendo. Una médico que lo atendió había ordenado su reclusión en el área de Salud Mental si lograba superar la crisis.

Entre drogas y esquizofrenia

Roberts Castillo tenía 23 años de edad, era huérfano de padre y su mamá, quien padece trastornos mentales, está en situación de calle. A la hora del entierro de su hijo mayor tenía cuatro días desaparecida, por lo tanto no se había enterado del deceso. El padre murió meses después que Roberts cayó preso. Su hermana Marbella dice que el sufrimiento le ocasionó un coma diabético.
En el cementerio a Robert solo lo lloraron unas diez personas, entre las que estaba su tía Marbella, su prima Duglimar, otra tía y su única hermana que está a punto de dar a luz.
Al pie de la fosa, Marbella Castillo contó cómo se enteró del estado de salud de Roberts.
“El domingo pasado, me llegó un video en donde se veía cómo lo tenían allí en la comandancia como un perro. Estaba esposado a una reja y se retorcía en el piso. Me decían que hiciera algo por él. Lo grabaron sus compañeros. Yo me puse muy triste de verlo así y, como él no tiene más familia, el lunes bien temprano, me fui a pedirle al juez Alfredo Campos (Primero de Ejecución), una medida humanitaria para él”, afirmó.
Cuando el juez vio el video habló con la fiscal 71, Adriana Villasmil, con competencia en Asuntos Penitenciarios, y se ordenó el traslado.
“Creo que ya era tarde porque al llegar a la Comandancia habían trasladado al hospital a Roberts con un primer infarto”, expresó.
Marbella Castillo pide a las autoridades la apertura de una investigación para determinar por qué Roberts se deterioró tan rápidamente en las últimas dos semanas. Fuentes extraoficiales indicaron que alguien en el centro de detención le debía dinero. Existe la sospecha de que pudo haber sido envenenado, pero esto se determinará con el resultado de las pruebas toxicológicas practicadas.
“Estaba condenado a cuatro años y seis meses, por qué no lo habían trasladado a la Comunidad Penitenciaria? Es verdad que cometió un error, pero eso no le da derecho a que los traten como perros. Allá adentro hay muchos como él y no queremos que otro pase por esto”, afirmó Castillo.
Al morir se inició otro proceso doloroso, el de obtener los recursos para enterrarlo. En la morgue del Cicpc, donde le practicaron la autopsia, permaneció varias horas hasta que sus parientes consiguieron una urna. La familia buscó en el cementerio entre los ataúdes que se desechan producto de exhumaciones y en el que estaba “mejorcito” allí lo sepultaron. Lo cerraron con un mecate y lo colocaron sobre unos bloques encima de la urna de su abuelo.
La autopsia reveló muerte por edema pulmonar y cerebral e insuficiencia cardiorrespiratoria. Preliminarmente se dijo que ingresó al hospital por sobredosis de drogas. Su cuerpo evidenciaba estado de desnutrición y presentaba laceraciones y escaras. Milagrosamente no se había contagiado de tuberculosis, dijo la tía.
La fiscalía 17 de Protección de Derechos Fundamentales conoció del caso.

FOTOS cortesía

1. Roberts Castillo envió esta foto a su familia el pasado 19 de agosto, aparentemente gozaba de buena salud

 

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